SENCILLEZ.

28 de mayo 2021.

Sagrado vs Secular.

Lectura bíblica: Lucas 16

“Por eso, si ustedes no han sido honrados en el uso de las riquezas mundanas, ¿quién les confiará las verdaderas?”

(Lucas 16.11)

Uno de los grandes dramas que nos encontramos en cuanto a la disciplina espiritual de la sencillez, es que, aunque las Escrituras y especialmente la enseñanza de Jesús, sean las grandes impulsoras de esta clase de vida, sus seguidores, aquellos que nos llamamos cristianos, somos los que, en muchas ocasiones, vivimos más alejados de su práctica real. En mi propia experiencia, y es también lo que otros discípulos me comentan que ocurre con sus vidas, me encuentro que tengo una manera de vivir que es más bien complicada, falta de esa sencillez y simplicidad que traiga paz, sosiego y fruto abundante a mi vida.

Mi percepción sobre esto es que, no es que no tengamos claro que queremos “buscar en primer lugar el reino de Dios”, sino que en el día a día, nos encontramos en una batalla por aplicar lo que significa vivir como ciudadanos de ese Reino en el Mundo. Muchos de nosotros hemos aprendido, o al menos lo hemos incorporado así a nuestra vida, que una cosa es nuestra identidad como cristianos y otra muy distinta nuestra vida diaria en este mundo tan complicado. Que hay una diferencia, una lucha, entre lo sagrado y lo secular. Finalmente, esta dicotomía lo que produce en nosotros es una vida un tanto esquizofrénica, dualista, con objetivos, metas y actitudes diferentes, según sea el día de la semana en que vivamos o el lugar en que me desenvuelvo en cada momento. La realidad es que muchísimos cristianos somos muy diferentes el domingo, cuando estamos en “la iglesia” (en los lugares de culto) o nos movemos con otros cristianos, a cuando administramos nuestras propiedades, nuestras economías, estamos en nuestras casas, trabajos, lugares de estudio o con nuestros amigos. ¡Realmente llevamos una vida muy complicada! Ya que mantenemos vidas completamente diferentes, hasta opuestas, e intentamos unir lo que es imposible juntar, y por lo tanto es imposible que podamos vivir con sencillez.

La realidad es que muchas veces nos descubrimos viviendo como el personaje principal de la parábola que relató Jesús y que encontramos en Lucas 16. Esta es una parábola muy llamativa e impactante, de la cual nosotros podemos aprender mucho, sobre todo en lo referente a la sencillez, nuestras lealtades y que buscamos poner en primer lugar en nuestras vidas. Como en el caso del administrador de la historia, nosotros hemos sido hechos siervos del Señor y Él pone en nuestras manos recursos para que gestionemos y administremos: vida, economía, tiempo, trabajo, habilidades, dones, familia, relaciones…, tantas cosas que cada día el Señor ha puesto a nuestra guarda y gestión, y sobre las que, como en la parábola, un día Dios nos llamará a rendir cuentas… (pero no quiero entrar en esto hoy, quisiera centrarme en nuestra administración). Nosotros tenemos cada día a nuestra disposición un montón de recursos que administrar, y recuerda que seguramente los económicos, aunque estos también, sean los menos importante. La realidad es que, aunque como hemos dicho nosotros somos siervos del Señor, nos movemos en medio de este mundo que tiene valores, formas y maneras muy diferentes a los del Reino de Dios, y esto hace mella en nuestras vidas.

La cuestión es que nosotros vamos intentando administrar obrando conforme a los valores del mundo, pero sabiendo que nuestro Señor no quiere que nos movamos con esos principios, sino con otros más elevados, que tienen unos beneficios completamente diferentes y más duraderos. Pero nosotros seguimos trabajando cada día como un astuto “administrador de riquezas mundanas”, intentando hacer malabares para contentar al dios de este mundo (Mamón) y al Rey de reyes, Jehová. Pero como nos dice Jesús en Mateo 6:24: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”. A nosotros nos gustaría pensar que podemos servir a dos dueños, que el Señor nos va a elogiar como hace con el administrador en la parábola, que no pasa nada si en nuestra vida diaria vivimos de manera secular, que no importa lo que hagamos con nuestra vida de lunes a sábado, si el domingo ponemos cara de santos, y si acaso llevamos nuestro diezmo a la iglesia… entonces ya seremos sagrados. Nos gustaría poder encontrar una fórmula cómoda y conveniente para vivir entre los dos reinos, con los dos valores, que nos ayuden a “vivir bien”, pero la enseñanza de Jesús nos dice que no es posible, que a Él le preocupa más nuestra salud espiritual que nuestro nivel de comodidad. “Deja de engañarte a ti mismo” nos dice Jesús “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará” (Marcos 8:35). Cristo nos llama a vivir una vida sencilla, sincera (sin cera), a ser de una sola pieza, para Él no hay sagrado y secular, todo es suyo, todo es sagrado, cada día, cada acción, cada lugar, y cuando nosotros entendamos esto podremos vivir en la Paz de la sencillez del Evangelio.