26 de mayo 2021.
Decisiones interiores.
Lectura bíblica: Mateo 6.19-34
“El ojo es la lámpara del cuerpo. Por tanto, si tu visión es clara, todo tu ser disfrutará de la luz” (Mateo 6.22)
Me gustaría que en este día pudiéramos entender de qué se trata cuando hablamos de vivir de manera sencilla o simple, de practicar la disciplina espiritual de la sencillez. Muchas veces confundimos este término con el de ser poco profundo o que somos llamados a vivir una vida fácil, pero no estamos hablando ni de una cosa ni de otra. Para aclarar el concepto me gustaría que entendiéramos que cuando hablamos de sencillez, lo que pretendemos es aplicar la acepción de la palabra que el Diccionario de la Lengua Española de la RAE (Real Academia Española) expresa como:
“Dicho de una persona: Natural, espontánea, que obra con llaneza”, en comparación de duplicidad, que la RAE define como: “Doblez, falsedad”. Por lo tanto, “una persona de duplicidad es alguien de lealtades divididas o que lleva una vida doble: una vida intenta reflejar los valores y prioridades del Reino de Dios y la otra se amolda a los valores del mundo, de su entorno.” (Adaptado de Tiempo y lugar para Dios: hacia el crecimiento espiritual. Libro 3. pág. 41)
El Señor Jesús nos enseña que para el hombre vivir de esta manera tiene consecuencias terribles, ya que “ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro” (Mateo 6:24). Cuando nosotros queremos vivir así, lo único que conseguiremos es sentirnos desgarrados, con una mente dividida y tirada en dos direcciones hacia una lealtad u otra. Nuestras acciones no casan con nuestras palabras “hablan tan fuertes tus acciones que no me dejan oír tus palabras” dice el refranero popular. Nos encontramos viviendo en falsedad, sin integridad, lo cual nos desbarata y destroza. Por otra parte Jesús decia que quien quiera vivir en dos mundos diferentes no puede prosperar “Todo reino dividido contra sí mismo quedará asolado, y toda ciudad o familia dividida contra sí misma no se mantendrá en pie.” (Mateo 12.25)
Muchos de nosotros diremos “yo no vivo falsamente, soy integro y no estoy dividido”, y no es mi interés atacarte, ni juzgarte, pero la realidad es que al menos en mi vida, mis lealtades y la prioridad bíblica de “buscar primeramente el reino de Dios”, en ocasiones dista mucho de ser una realidad, lo que me hace vivir una vida, como poco, complicada y en lucha, muy alejada de la sencillez a la que me llama a vivir el Evangelio. Es a personas como yo ¿y tú?, que nos encontramos en muchas ocasiones divididos y desunidos, a las que Jesús estimula a tomar la decisión fundamental de a quién vamos a servir. Nuestra vida seguirá reflejando esa dualidad, que nos hace tener el corazón dividido, hasta que no resolvamos nuestra prioridad en el aspecto fundamental de la lealtad, buscar primero el reino de Dios.
Como sabemos nuestra cultura, realmente pocas se salvan de esto, nos define y valora por lo que tenemos, hacemos, por nuestra posición y estatus, pero en el Reino de Dios lo importante es lo que eres y lo que eres llamado a hacer por Cristo, por encima de lo que posees o tu apariencia. Richard Foster dice: “Deja de intentar impresionar a la gente con tu vestido, e impresiónala con tu vida” (Celebración de la Disciplina, pág. 90). Como hemos dicho anteriormente, Cristo enseña que la vida de uno no consiste en la abundancia de sus posesiones, pero nosotros tenemos que decidir ¿A qué voz daremos entonces nuestra lealtad y compromiso?
El pastor y teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer dijo: “Ser sencillo es fijar los ojos solamente en la simple verdad de Dios, en un momento en que todos los conceptos están siendo confundidos, distorsionados y vueltos al revés”. Cada uno de nosotros tiene que enfrentarse cada día a preguntas y tomar decisiones sobre las propiedades, el dinero, la apariencia, que tendrán una respuesta completamente diferente según sea nuestra decisión de buscar cada día primeramente el Reino de Dios. Cuando me dispongo a servir a Dios y no a mí y mi voluntad, todas las demás decisiones, en cuanto a estilo de vida, coche que conduciré, cómo gastaré mi dinero, qué vivienda quiero tener… las responderé de acuerdo con esta decisión y todo se hará mucho más sencillo, coherente y libre en mi vida. ¿Por qué? Porque la decisión más importante ya la habré tomado.
Foster dice que esta sencillez, coherencia y libertad en mi vida se debe caracterizar por tres aspectos: “Si lo que tenemos lo recibimos como un don, y si lo que tenemos ha de ser cuidado por Dios, y está a disposición de los demás, entonces tendremos libertad de los afanes. Esta es la realidad interna de la sencillez” (Foster, Alabanza a la disciplina, p. 100). El gozo y la libertad son frutos genuinos de la sencillez interior que se reflejan en mi exterior.