Leer capítulo 14 de Mateo
El capítulo de Mateo 14, se encuentra dividido en dos secciones: muerte de Juan el Bautista y dos de los Milagros de Jesús. Alimentación de los cinco mil y el caminar sobre las aguas.
El temor irracional de Herodes Antipas:
En aquel tiempo Herodes (era uno de los hijos de Herodes el Grande quien reinaba cuando nació Jesús) oyó que la fama de Jesús se extendía por la región y dijo a sus criados: Este es Juan el Bautista; ha resucitado de los muertos, y por eso actúan en él estos poderes.
Y aunque es cierto que pensar en la resurrección de Juan puede parecernos ilógico e irracional en la actualidad.
Herodes estaba cegado por la culpa y la superstición que lo llevaron a tener este sentimiento de temor profundo hacia la figura de Juan el Bautista. Se dice que Jesús y Juan el Bautista se parecían mucho físicamente. Si esto fuera cierto, podría darle una mayor razón a Herodes Antipas para creer que Jesús era Juan resucitado y ordenar su decapitación.
En la actualidad vivimos un tiempo de incertidumbre y desasosiego. En este tiempo, el temor puede invadir nuestros corazones en momentos: la pérdida de trabajo, el confinamiento, el miedo a la enfermedad, pueden estar haciendo mella en nosotros. No dejes que el temor y la culpa nublen tu mente. Jesús vino a curar nuestras dolencias, no le temas.
La alimentación de los 5000:
¡Acércate a Jesús! como bien explica Mateo en el capítulo, ¡acércate al Jesús de los milagros!
Míralo a Él, con su mirada compasiva entre la multitud, atendiendo a la gente, sanándolos, enseñándoles. Proveyendo de aquello que necesitaban.
No me imagino a Jesús poniendo excusas: “Este no es el lugar correcto.” “Este no es el tiempo correcto.” “La gente se puede cuidar por sí mismas.”
¿Cuántas veces ponemos excusas? “Ahora no tengo tiempo”, “estoy demasiado cansado”, “esto no es para mi”.
El Jesús de los milagros no tiene excusa para aquellos que le buscan de corazón.
No seas tú quien le digas NO a Jesús.
Jesús camina sobre el agua y consuela a sus discípulos.
Jesús vino a ellos andando sobre el mar: Esta caminata sobre el mar debió haber sido un asombro para los discípulos; ciertamente ellos se turbaron y dieron voces de miedo.
¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!: Jesús no vino a los discípulos para turbarlos o asustarlos. Por lo tanto en seguida les habló con palabras consoladoras.
Hay dos buenas razones para deshacerse del temor. Una razón es que el problema tal vez no es tan grande como piensas; tal vez tú tienes temor porque estas exagerando el peligro. La otra razón es que a pesar de que el problema es real, aún hay una solución más grande y ayuda al alcance de tu mano, Jesús.
Frente a la adversidad tenemos dos maneras de actuar: o ponemos nuestros ojos en Jesús y a pesar de la incertidumbre salimos de la barca, ésta claro que esto nos traerá dificultades, nuestra Fe puede flaquear y en el transcurso de la vida vamos a sentir que nos hundimos, que fallamos, pero no debemos de olvidad que Jesús, el Señor de los milagros, Él es el único con autoridad para calmar la tormenta de nuestra vida.
Cuando andes por aguas turbulentas, cuando sientas que te hundes, haz lo que hizo Pedro:
Cuando andaba sobre las aguas. Comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!: Aun cuando Pedro falló, Jesús estaba ahí para salvarlo. Pedro supo a quién clamar en momento de crisis. Jesús entonces trajo a Pedro de regreso a la barca.
Para reflexionar:
¿Tienes temor? ¿Cómo influye éste en tú relación con Jesús?
¿Es Jesús el Señor de tus tormentas?
¿Dónde está nuestra Fe en momentos de dificultad?
Porque yo soy el Señor, tu Dios,
que sostiene tu mano derecha;
yo soy quien te dice:
“No temas, yo te ayudaré”.
Hugo y Eunice.