HACIA LA PLENITUD DEL ESPÍRITU XI

EN CASO DE DUDA, CREE.

Leer capítulo 11 de Mateo

En mi humilde opinión, si hay un tema recurrente, en este capítulo, es el de la duda, que afecta tanto a creyentes como a no creyentes. Para ambos, la duda, supone el freno a su fe. A los que ya creen, porque debilita su creencia. A los que no creen, porque les impide comenzar a creer. Y esto es lo que vemos aquí. Ciudades como Corazín, Betsaida y Capernaúm, escenarios de muchos de los milagros de Jesús, cediendo a la duda en cuanto a la divinidad de Cristo. Por otro lado, un personaje como Juan el Bautista, el último profeta, del que el mismo Jesús dijo: “De cierto os digo que no se ha levantado entre los nacidos de mujer ningún otro mayor que Juan el Bautista” (vers. 11), sumido en un mar de dudas.

El problema es que esto no era algo nuevo para este pueblo. Recordad: ¿cuántos milagros pudo ver el pueblo de Israel en su salida de la esclavitud de Egipto? Y, a la vez, ¿cuántas veces la duda se apoderó de ellos y, a pesar de los milagros que habían visto, su fe se vio menguada? ¿Cómo pagaron su falta de fe? Yo os lo digo: vagando por este mundo (sin propósito), viviendo una vida desértica, yerma y estéril (sin fruto).

Sin embargo, y a nuestro pesar, esto tampoco es algo nuevo en la actualidad. Pensad: ¿cuántas personas, hoy día, dudan de la divinidad de Cristo a pesar de los milagros cotidianos de Dios, e incluso a pesar de los testimonios de personas que relatan los milagros que Dios ha hecho en sus vidas (a las que se les suele llamar fanáticos), o, más aún, a pesar de las pruebas objetivas de sanaciones milagrosas, etc.?

¿Y cuántos profetas de hoy día, los que nos llamamos creyentes (pues ser profeta hoy día tiene que ver con ser “portavoz” del mensaje de Dios), dudamos de Cristo y de nuestro llamado en más de una ocasión a pesar de los grandes milagros que Dios ha hecho y hace en nuestras vidas? ¿Los has olvidado ya?

¡Qué decepción!, y más cuando leemos este texto y vemos a Jesús exclamando: ¿qué más puedo hacer? “Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son hechos limpios, los sordos oyen, los muertos son resucitados…” (vers. 5) ¿Qué más milagros puedo hacer para que creas? ¿Qué más cosas necesitas que haga para que no dudes de mí?

Han pasado dos mil años, y seguimos padeciendo el mismo mal: dudamos de Dios. Y es que la falta de respuesta (como nosotros esperamos), las dificultades que no se resuelven, los conflictos que se acumulan, los temores que crecen, la soledad que apremia, la tristeza que avanza…, amenazan constantemente nuestra confianza en Dios y nos generan dudas. Y éste es el mejor argumento que el diablo tiene para enfriar nuestra fe. Pues bien, es en estos momentos, los momentos de duda, cuando no quiero dejar de pensar en las palabras que Jesús le dijo a Tomás: “¿Porque me has visto, has creído? ¡Bienaventurados los que no ven y creen!” (Juan 20:29).

¿Qué necesitas para creer en Dios? Dime, ¿más milagros? No, lo que necesitas es creer a pesar de que no puedas ver. Y a eso se le llama: fe. Aférrate a ella, con todas tus fuerzas, no la sueltes por nada, reteniendo en tu mente las palabras de Jesús: “Venid a mí, todos los que estáis fatigados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.” (vers. 28-30).

PREGUNTAS PARA DISCERNIR.

¿Qué te está agobiando hoy? ¿Qué está haciendo tambalear tu fe en Dios? Haz una lista de todas estas cosas y pon cada tema en oración delante del Señor. ¿Crees que te estás enfriando espiritualmente? ¿Por qué? ¿Cómo está siendo tu vida devocional? ¿Oras? ¿Meditas en la Palabra de Dios cada día? ¿Procuras mantener una conducta acorde con tus creencias cristianas? De nuevo, te invito a que hagas una lista de aquellas conductas que necesites cambiar, trabájalas y anota tus progresos.

Juan Andrés Durán.