HACIA LA PLENITUD DEL ESPÍRITU X

DIOS SIEMPRE ESTÁ BUSCANDO MANOS PARA USAR.

La pregunta a Isaías está siempre presente «¿A quién enviaré y quién irá por Nosotros?» (Isaías 6:8).

Leer capítulo 10 de Mateo

No pasa el tiempo por ella. Hay muchas tareas en el Reino: la tarea del que tiene que ir muy lejos y la del que tiene que quedarse en casa; la tarea del que tiene que usar las manos y la tarea del que tiene que usar la mente; la tarea que concentrará las miradas de todos en el que la realice y la tarea que nadie verá. Y siempre la mirada de Jesús está recorriendo las multitudes en busca de los que han de hacer Su obra.1

En este llamamiento vemos las características tanto del llamamiento como de los llamados.

  • Jesús los llamó. No obliga a nadie a hacer Su obra; ofrece trabajo. Jesús no impone, invita.

  • Eran persona corrientes. No busca currículos brillantes sino corazones dispuestos.

  • Los llamó. No somos discípulos por casualidad o por voluntad propia, sino como respuesta a un llamado.

  • Los llamó de entre los discípulos (seguidores fieles, aprendices) Jesús necesita personas que estén dispuestas a aprehender cada día.

A estos “llamados” los “envío”. Esta palabra en el original tiene el sentido de dirigir hacía un objetivo o propósito designado. Es como la invitación de uno que convoca a sus amigos para que le ayuden a que un gran proyecto se haga una realidad.

Analizando el llamado en su contexto descubrimos que es un tremendo privilegio el que Jesús nos convoque, como sus amigos, para hacer realidad Su Reino. No como una orden, no es una imposición, es una invitación a participar con Él en la bendición de las personas que nos rodean.

Y designó a doce, para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar. Marcos 3.14

El llamado de Jesús, del tipo que sea, es realmente un privilegio, pero también nos desafia.

  • Nos desafía a estar con Él cada día.

  • Nos desafía a vivir en Su voluntad.

  • Nos desafía a poner la extensión del Reino en primer lugar en nuestras vidas.

El llamado no es privilegio de unos pocos, es la tarea común de todos los discípulos que estén dispuestos a aceptarlo, porque es un llamado que exige una respuesta. Debemos preguntarnos todos si realmente estamos dispuestos a asumir este compromiso.

Preguntas para la reflexión:

¿Soy consciente de mi llamado?

¿Soy consciente de lo que implica?

¿Cuál es mi respuesta al llamado?

¿Qué pasos pienso dar para profundizar en mi llamado?

Pastor Antonio Calero.