02 de Febrero 2021
UN ESTILO DE VIDA
Lectura bíblica: Mateo 7:21-28
En estos días estamos asumiendo el reto de crecer, de caminar en un discipulado auténtico, real, en el que, a pesar de no ser un camino fácil, nos lleve a vivir un cristianismo íntegro y verdadero.
Si queremos aprender sobre ello, que mejor que el evangelio de Mateo, una auténtica fuente de enseñanza sobre cómo vivir siendo un verdadero discípulo de Cristo, concluyendo en la conocida Gran Comisión, que nos alienta a transmitir ese estilo de vida a los demás, en todo tiempo y lugar (Mateo 28:18-20). Por ello, durante esta semana reflexionaremos sobre este evangelio, con el fin de entender lo que significa ser un “seguidor” de Jesucristo a través de sus discursos.
El Sermón del Monte (Mateo 5-7) es nombrado por muchos de muy diferentes formas, y de maneras más o menos acertadas. Por ejemplo, se ha dicho que es “la ética del reino”, “el puro evangelio”, “la Ley del reino”, “un diseño para la vida”. En cualquier caso, tenemos que reconocer que estamos ante un texto increíble, que nos presenta lo que debe de ser el estilo de vida, las actitudes y la conducta del verdadero discípulo de Cristo.
Son muchas las enseñanzas que Jesús impartió en este discurso con esa autoridad que todos reconocieron en él, y son lecciones de vida que necesitamos leer, releer y aplicar a nuestras vidas constantemente. Sin embargo, quisiera poner de manifiesto como desde el inicio observamos que los valores, lo que realmente es prioritario, lo importante, lo eficaz en la vida del discípulo, es muy diferente a los valores, prioridades y eficacias que hemos aprendido desde nuestra infancia. El Reino que Jesús nos trae, aquel que nos ha cautivado, que nos ha llamado y por el que estamos leyendo estas líneas, presenta una forma de vivir tan diferente y única que nos lleva a andar siempre “contracorriente”.
Muchas veces se ha ilustrado la vida del cristiano con la increíble hazaña de los salmones, cuando después de vivir en el mar, ascienden por los ríos, confrontando la corriente en contra, sorteando obstáculos, llegando a saltar incluso cascadas donde también corren el peligro de ser atrapados por los osos, para llegar a su destino, el nacimiento de los torrentes, de donde una vez salieron, y donde ahora llegan a desovar para después morir y dar paso a una nueva generación.
Así nos encontramos los que queremos seguir a Cristo, intentando continuamente llevar un estilo de vida “contracorriente”, donde vemos la necesidad de estar siempre avanzando de la mano del Señor, pues la pasividad, indiferencia, dejadez, nos arrastra una y otra vez junto con la corriente a una crisis tras otra. Por ello, este Sermón ha de remover todo nuestro ser, ha de penetrar hasta lo más profundo de nuestros paradigmas que se dejan llevar tan frecuentemente por los valores de este mundo, y reconocer que el Maestro nos da las claves para poder ascender por el río asumiendo la visión de un Reino que no es de este mundo (Juan 18:36). Y, si no, miremos a un Mesías golpeado, torturado y asesinado, ¿qué rey de este mundo se presentaría así y convertiría la cruz en uno de los símbolos más emblemáticos de la humanidad? No, su reino no es de este mundo.
Este Sermón comienza de manera intensa, con una claridad tremenda, llamándonos la atención sobre lo que creemos que nos hace felices, y lo que realmente nos da la verdadera y auténtica felicidad. La que vivirá el pobre de espíritu, el que llora, el manso, el que tiene hambre y sed de justicia, el misericordioso, el de limpio corazón, el que hace la paz, el perseguido por causa de la justicia, el vituperado y perseguido, víctima de mentiras por causa de su fe. No se trata de un texto hecho para la sociedad hedonista de hoy en día cuya prioridad es la búsqueda del placer personal, la sociedad del selfi, de la entronización del ego. ¡Qué equivocados andamos y cuántas consecuencias vivimos por causa de este enfoque!
Y, si continuamos transcurriendo por esta enseñanza, por sus montañas y sus valles, por sus riscos escarpados y llanuras, podemos aún sorprendernos más cuando nos hace reflexionar sobre la necesidad de vivir en justicia, siendo luz y sal, manteniendo relaciones sanas, siendo íntegros, honestos en nuestras acciones y puros en nuestros pensamientos. Haciendo posible que siempre nuestro sí sea sí y nuestro no, no, sin alentar venganza en nuestros corazones, huyendo de la hipocresía, y haciéndonos tesoros, pero de los que se acumulan en el cielo. Aprendiendo a seleccionar siempre lo que nos conviene, eligiendo con cuidado lo que miramos, escuchamos o pensamos, viviendo sin juzgar a los demás, y amándoles incondicionalmente, no queriendo para otros lo que no queremos para nosotros. Y, sobre todo, buscando siempre al Señor, en una estrecha relación que nos guíe a descansar en Él, sabiendo que, si nuestra prioridad es el Reino y su justicia, nada nos faltará.
Pero recuerda que este vivir contracorriente, este camino estrecho que nos lleva a la Vida, es siempre la obra y la Gracia de Dios.
“El método de Dios siempre es encarnacional. Le encanta tomar su verdad y envolverla con la vida de alguno de sus hijos” H. Hendricks
REFLEXIONEMOS:
¿Cuál es nuestro estilo de vida? ¿Cuáles nuestras prioridades? ¿Vivimos de acuerdo con los valores del Reino de Dios?
¿Qué necesitamos cambiar para “nadar contracorriente” hoy?
Paloma Ludeña Reyes