RETIRO Y SILENCIO.

01 de Febrero 2021

¡CREZCAMOS!

Lectura bíblica: Mateo 7:21-28

En estos tiempos difíciles muchos de nuestros lugares de reunión están cerrados. Las personas, cada vez con más necesidades se preguntará ¿dónde están todos aquellos que cada domingo se saludaba, abrazaba y cantaba tras las paredes de sus “templos”? ¿dónde está la Iglesia? ¿dónde andan esas vidas entregadas a Cristo? Lamentablemente se ha relacionado tan profundamente al cristianismo con los lugares de reunión, muchas veces locales preparados para “consumir” de forma pasiva religión, y también con el domingo, como el día de la semana en el que sus puertas están abiertas, que esta sociedad no alcanza a ver a la auténtica Iglesia de Cristo, en los trabajos, universidades, escuelas, calles, en las casas, en las familias…etc. ¿Dónde está la sal y la luz?

Es en la vida de los cristianos donde se ve a Cristo, es en su cotidianidad, donde se refleja Su luz, es ese conjunto de “templos andantes” dónde habita el Espíritu, de cartas escritas en los corazones por nuestro Señor, dónde este mundo tiene que ver a la Iglesia, y es por eso que necesitamos crecer, desarrollar estrategias para tener una auténtica “vida en Cristo”, y es por eso que estamos inmersos en este énfasis cuyo objetivo es dar un tiempo y lugar a Dios que nos enfoque en el crecimiento espiritual.

Sí, necesitamos crecer, ahora que en esta pandemia ya no podemos ser cristianos de domingo. Necesitamos reflexionar, autoevaluarnos y enfocarnos en lo que sería de nuestra vida si se convirtiera en ese auténtico lugar que hace posible el obrar de Dios, para que otros puedan ser reconfortados, alentados, animados y restaurados.

¡Crezcamos pues!, dejemos que el Señor trabaje en nosotros, transformémonos, renovemos nuestro entendimiento, nuestra visión de la vida como creyente y comprobemos cuál es la Voluntad de Dios, que no nos olvidemos que es buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2). Crezcamos cada día, hacia la meta, que, como nos dice Chris Hall, puede resumirse en cuatro palabras: amor, imagen, madurez, acabar: “llegar a amar como Dios ama, reflejar a Dios en la tierra, llegar a la madurez de la plenitud de Cristo, y, terminar la carrera (llegar hasta el final) con excelencia”. No se trata de otra cosa que ser un auténtico discípulo de Jesús, no ser sólo de los que dicen “Señor, Señor” (Mateo 7:21), sino de los que se niegan a sí mismos, toman su cruz cada día y siguen al Maestro (Mateo 16:24).

No sé si realmente tu vida se asienta en el único fundamento firme que es Cristo, en su Verdad, o si tus cimientos son aún inestables, como la arena, pues, no es lo mismo creer en Él que creerle a Él. Es por eso, que lo primero de lo que nos tenemos que asegurar, es de no ser un simpatizante de Jesús, un conocedor de la Palabra y de sus historias, pero con una vida sin gozo, sin pasión por Cristo, sin fruto, sin transformación real. ¡Crezcamos! Demos el paso de dejar de ser un insensato que edifica sobre la arena pues están viniendo tiempos de lluvia, torrentes y vientos que pueden azotar, o están ya azotando, nuestras “casas” y nos pueden llevar a la ruina.

Y sí tu cimiento es firme como la roca, y tu vida se asienta en la piedra angular que es Cristo, ¡Crezcamos!, no edifiques una tienda de campaña encima, levanta el “templo” donde todos puedan ver siempre unas puertas abiertas a la auténtica luz que puede apartar las tinieblas de este mundo.

Que en este tiempo donde las necesidades físicas, emocionales y espirituales están aumentando exponencialmente, se vea a la iglesia brillar, dispersa, tras las ventanas de las casas, en los hospitales, en las oficinas, en las universidades, en los colegios, en los mercados, en las calles, a través de las vidas de los auténticos discípulos de Cristo.

La única manera de propagar un mensaje es vivirlo” Jim Wallis

 

REFLEXIONEMOS:

¿Cuánto de nuestra vida está reflejando a Cristo? ¿Cuánto se refleja de Él en nuestra relación con Él, en nuestro amor y en nuestras relaciones, en nuestro servicio y ayuda a los demás, en nuestro cuidado de la Creación?

¿Qué necesitamos para asumir el camino de ser un auténtico discípulo de Cristo?

 

Paloma Ludeña Reyes