Crisis y adversidad: ¿cómo enfrentarlas?

29 de junio de 2021.

Sufrimiento, una herramienta.

Lectura bíblica: 2ª Corintios 11:16-12:10

“Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.”

(2ª Corintios 12.10)

Hay momentos en la vida en que las situaciones que vivimos nos hacen entender que estamos pasando por el valle de la sombra de muerte. Creemos morir, no le encontramos sentido a la vida, el mal triunfa y el Buen Pastor del Salmo 23, del que hablábamos ayer, “nos parece o una fantasía o alguien aterradoramente ausente de nuestras vidas” (David Fraser). Es en estos momentos cuando necesitamos echar mano de todos los recursos que hemos ido acumulando para poder enfrentar la crisis y la adversidad, que sacuden nuestra vida.

En estos tiempos que, de una manera u otra todos pasamos, ponen a prueba nuestra integridad y nuestros valores más profundos. Intentamos caminar de la mejor manera, poniendo en marcha esas buenas obras que el Señor ha preparado para nosotros, pero las situaciones por donde la crisis nos lleva nos hacen dudar, batallar y estar en “el filo de la navaja” en cuanto a nuestros valores y fe, lo que nos hace plantearnos una diatriba entre nuestras creencias y la experiencia que vivimos. Por esto es muy importante que, en este tema de la crisis, que trae aparejado el dolor y el sufrimiento, tengamos los conceptos bien claros y lo hagamos con anterioridad a que vengan los tiempos de adversidad, ya que como hemos mencionado, es el tiempo donde somos zarandeados y nuestra fe es probada en fuego.

Existe una tendencia en el mundo evangélico, que defiende que cuando hay sufrimiento estamos fuera de la voluntad de Dios. El sufrimiento y el dolor no son vistos como señales de la presencia y de la bendición de Dios, sino de su ausencia y de su castigo. Lo sorprendente es que, siendo la cruz el elemento central de nuestra fe, existan muchos cristianos que ven el sufrimiento, bien sea físico, anímico o espiritual, como un ataque a la fe, como algo extraño y espurio que viene a su vida espiritual fuera del control de Dios, y de lo cual hay que huir.

Desde la doctrina de la prosperidad, pasando por la “superfe”, y una amalgama de creencias sincretistas que intentan calar el Evangelio, se nos ofrece una cura para el dolor y el sufrimiento, una anestesia que se compra en algunos círculos “cristianos”, que lo que intenta es un alivio inmediato para todo lo que sea o se parezca al sufrimiento, lo que finalmente lleva a defender una espiritualidad que intenta matar o negar el dolor. Pero nada más lejos de la enseñanza de la Biblia, ya que la Palabra de Dios, y la experiencia de muchos personajes bíblicos, nos ayudan a entender que el paso por el valle de sombra de muerte, por esos momentos de dolor agudo, son “la manera extraña que Dios usa para llevarnos, por el sufrimiento, a nuevos niveles de compromiso con él y con los asuntos de su Reino” (Chris Hall). A menudo, la experiencia de la adversidad nos ayuda en el descubrimiento de uno mismo.

No, no estamos hablando de ser masoquistas o buscar flagelarnos, el Evangelio es muy contrario a todo esto, pero la enseñanza que el Señor nos transmite por medio de la vida de Job, Noemí, Jeremías, Jesús, Esteban, Jacobo, Pablo (solo por citar algunos de los muchísimos ejemplos que encontramos en las Escrituras), nos habla y explica el porqué del dolor, de los problemas y del sufrimiento, y como está relacionado con la obra que Dios está haciendo en nuestra vida para llevarnos y transformarnos a la imagen de su Hijo Jesús. Muchas veces desesperamos ya que nos gustaría saber los porqués de tanto sufrimiento que pasamos o sufren los que nos rodean, y muchas veces no llegaremos a comprender las razones, ni últimas ni primeras, pero la realidad es que tampoco buscamos en el consejo de Dios en Su Palabra. Es por esto, por lo que en este día quisiéramos animarte a leer y reflexionar en la vida de estos héroes de la fe, que hemos citado y otros muchos, los cuales “fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra”, ya que nos darán muchas de las claves para que podamos enfrentar, no sólo los pequeños problemas, crisis o frustraciones diarias, sino los grandes desastres y crisis que nos ocurren a veces en la vida y parece que nos van a destruir, y hacerlo mirando hacia delante con una mirada positiva ante los desafíos: “¿Qué puedo hacer con mi dolor, con mis frustraciones y con mi tristeza?”

REFLEXIONEMOS: ¿Cómo enfrentas el dolor y el sufrimiento? ¿Nos preparamos con la Palabra para enfrentar los momentos de crisis y adversidad? ¿Mi pregunta ante el dolor es ¿por qué a mí? O ¿para qué a mí? ¿Qué vas a hacer con la crisis que enfrentas?