07 de mayo 2021.
Posición y Provisión.
Lectura bíblica: 1ª Corintios 12
“Al contrario, los miembros del cuerpo que parecen más débiles son indispensables”
(1ª Corintios 12:22)
Seguimos en esta semana reflexionando sobre la Buena Vida. En nuestro devocional de ayer presentábamos tres áreas básicas que tenemos que desarrollar en nuestras vidas para entender y disfrutar de la verdadera vida buena. Ayer hablábamos sobre la personalidad, hoy queremos tratar la posición y la provisión. Cuando el Señor va transformando nuestra personalidad para que nos parezcamos a Su hijo Jesús, nosotros vamos comprendiendo de mejor manera la relación que se establece entre la posición y la provisión.
Pero ¿de qué hablamos cuando decimos posición? Todos los seres humanos tenemos varias necesidades básicas sin las cuales no podemos vivir, y no son físicas, sino espirituales y emocionales, entre otras y muy especialmente, necesitamos sentirnos amados, pertenecer a un grupo y ser valorados y reconocidos. Siendo creyentes esto no varía, y muchas de nuestras acciones están motivadas por dar respuesta a la necesidad de sentirnos competente en un campo determinado, de tener una serie de relaciones y actividades que provean coherencia, significado y propósito a nuestra vida como ser humano y como cristiano. La cuestión no es si buscamos llenar este vacío en nuestras almas, sino cómo y en quién lo buscamos.
Según entendamos el significado de la Buena Vida, decidiremos encontrar nuestra posición de una manera u otra, y marcará de manera completa nuestra capacidad de servir con gozo y fruto. Si nosotros nos dejamos guiar por lo que enseña este mundo sobre la posición, lo que buscaremos es estatus, influencia, poder, lo que provocará en nosotros estrés, angustia y sobre todo un desenfoque del tipo de vida y ministerio quiere Dios que vivamos. La búsqueda de estatus, conforme a los estándares de la buena vida del mundo, nos llevará a la constante lucha con mi prójimo, el egoísmo, la comparación, el orgullo o el autodesprecio.
Usando una expresión de Richard Foster, muchos de nosotros hemos sido contaminados por “la maldición de la gran vida”, que confunde nuestro entendimiento de la Buena Vida. Esta “maldición” nos lleva a que creamos que solo si tenemos éxito o estatus, si conseguimos “una posición”, llegaremos a tener una vida grande, la vida que merece la pena vivirse. Por eso idolatramos las celebridades, y si somos cristianos, adulamos a los creyentes “exitosos” e inconscientemente nos decimos a nosotros mismos que si no tenemos el don de la alabanza, de la predicación o de la enseñanza, somos cristianos de segunda clase. Lo cual nos lleva a sentirnos desanimados, frustrados, ya que nos comparamos y siempre salimos perdiendo.
La Biblia nos anima a entender que son las circunstancias y hechos pequeños, aparentemente insignificantes, donde se realiza la obra más importante en nuestras vidas y en la sociedad donde vivimos. Cuando pasamos por alto el significado de lo insignificante, al final nos perjudicamos a nosotros mismos y a los demás. “Caer en la tentación de sustituir el pensar a lo grande por buscar pasos pequeños a dar, es en sí mismo el resultado de olvidarse de la meta de la vida cristiana; la cual es amar a Dios y al prójimo, el prójimo específico, particular e individual en necesidad, así como grupos enteros de ‘prójimos’ que no conocemos personalmente” (Roberta Bondi) El Señor prepara y nos pone en un lugar, en una posición, que tiene un valor increíble, incalculable, y necesitamos aprender a gozarnos y a vivir a tope en él. Esa es nuestra posición, la que tenemos que buscar y que se nos regala por amor, donde podremos desarrollarnos de manera completa, eficaz y gozosa.
Por último, la otra gran área que necesitamos comprender desde una nueva óptica es la provisión. Hemos sido enseñados a afanarnos por buscar la provisión, a esforzarnos por conseguir el pan nuestro de cada día, y si es posible, con aperitivo y postre. Como hemos dicho en otros devocionales esta semana, nuestra cultura suele definir la provisión en términos de abundancia material: “cuanto más tengamos, mejor estamos”, con una mirada monocromática a esta provisión, ya que nos hace ver solo el color del dinero, sin que podamos ver ni entender otros conceptos de provisión. Pero cuando nosotros nos entrenamos, por medio de las disciplinas espirituales, para mirar y ver con los ojos espirituales, empezamos a captar una enorme y variada paleta de colores, que nos ayuda a ver la policromática provisión de Dios. El Señor siempre nos proveerá con lo que necesitamos para realizar su llamado en nuestras vidas; sea en forma de dinero, tiempo, o fortaleza. Dios nunca nos llevará a un lugar, habiéndonos provisto con los dones y habilidades para realizar la obra de su Reino en ese lugar, para luego fallar en darnos el apoyo material, emocional y espiritual necesario para realizar nuestra tarea. Si vemos la provisión a través de un solo lente, o sea, monocromáticamente, muy seguramente permaneceremos ciegos a las formas variadas en que Dios nos provee y a la relación entre su provisión y nuestra tarea particular en la extensión del Reino.