LA FUENTE
«[…] porque el amor es de Dios […] El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor» (1 Juan 4:7-8).
El amor tiene una fuente, y esa fuente no eres tú.
Yo podría decir que tú amas o que eres una persona amorosa. Podría decir que tú amas comprometida y fielmente. Podría decir que amas de una manera generosa y sabia. Sin embargo, nunca podré decir que tú eres amor.
«Dios es amor». Es una asombrosa declaración, una a la que le restamos importancia porque la hemos escuchado muchas veces. Dios es amor y el amor es esencial para todo lo que Él es. Todo lo que el Señor desea, dice y hace, no lo lleva a cabo solo por amor, sino porque Él en sí mismo es la definición del amor.
Si dejaras de amar, serías un ser humano muy desagradable, pero no dejarías de ser humano. Con Dios no sucede lo mismo: si Dios dejara de amar, Él dejaría de ser Dios.
Si Dios es la fuente de amor, entonces tú y yo debemos admitir que nosotros no lo somos. Eso significa que no tenemos en nosotros mismos la capacidad natural de amar. ¡Qué humillante!
Probablemente, estarás en desacuerdo con esa afirmación. La autojusticia dentro de ti argumentará que puedes amar como Juan describe. No obstante, necesitas entender a lo que este pasaje te está llamando. Es mucho más profundo que ser respetuoso y educado. Es mucho más profundo que un acto de servicio o sacrificio ocasional.
Piensa en ello: ¡puedes ser respetuoso y educado con alguien que odias! El amor de 1 Juan 4 es un estándar mucho más profundo que el que tenemos. Intercambiamos la palabra «amor» con demasiada frecuencia y no entendemos el verdadero peso de esta palabra.
Dios es amor; nosotros no. Sin embargo, el amor viene de Dios y Él nos da un nuevo espíritu de amor: «Además, les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes; quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne» (Ez 36:26).
ORA INTENCIONALMENTE
Dios, Tú eres amor. ¡Qué declaración más asombrosa! Necesito meditar más en tu carácter. Todo lo que has hecho y harás en mi vida lo haces por amor. Cuán rápido soy para olvidar tu amor y acusarte de no ser amoroso. Señor, confieso que yo no soy amoroso, no solo por momentos, sino que la naturaleza de mi corazón se inclina a amarme solo a mí. ¿Me llenarías con humildad para aceptar que no puedo amar como Tú lo has ordenado y me llenarías una vez más con tu Espíritu para que pueda amar de una manera pura? Amén.
APLICA PRÁCTICAMENTE
- ¿Cómo te ha revelado Dios su amor en el pasado? ¿Cuán a menudo reflexionas en su bondad dada a tu vida en el pasado?
- ¿Cómo puedes acercarte a la Fuente de amor, mientras amas mejor a otros? ¿Cuáles son algunas disciplinas espirituales que puedes llevar a cabo?