
EL NUEVO NACIMIENTO
«[…] Todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios […] En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de Él» (1 Juan 4:7, 9).
El que ama es nacido de Dios.
Antes de llegar a Cristo por medio de la fe salvadora, «estaban muertos en delitos y pecados» (Ef 2:1). Eso significa que no tenías vida espiritual dentro de ti, pero por medio de un acto de abundante gracia, Dios te dio nueva vida.
Esta «nueva vida» no significa que Dios apretó un interruptor y de repente, como un foco, comenzaste a vivir. Al contrario, naciste de Dios. Eso significa que la vida de Dios literalmente vive dentro de ti, aquí y ahora mismo. Tienes vida porque Dios, quien es la vida, te ha convertido en el lugar donde Él habita.
El apóstol Pablo resume esto de manera hermosa: «[…] y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí […]» (Ga 2:20). El Dios Todopoderoso, en su poder, gloria, gracia y amor, ahora vive dentro de ti. ¡Qué esperanza! ¡Qué aliento!
Jesucristo vino a la tierra y enfrentó todas las pruebas y las tentaciones de la vida en este mundo caído para que pudieras vivir por medio de Él. Mientras sería teológicamente adecuado decir que esta afirmación se refiere a la vida eterna, en última instancia, ese no es el punto de este pasaje. El enfoque de Juan se encuentra en el aquí y el ahora.
Jesús fue enviado a la tierra para que pudieras vivir tu llamado a amar entre el tiempo de tu salvación y la muerte de tu cuerpo terrenal. Debido a tu nuevo nacimiento en Cristo, el poder del pecado ha sido destruido. Ahora tienes la capacidad de amar como Dios te ha llamado a amar, porque Dios mismo habita en ti.
Este nuevo nacimiento, sin embargo, no erradica la presencia del pecado en tu corazón. Dios ha ordenado que vivas en un mundo caído con el pecado morando dentro de ti hasta que Él te llame a casa. Cada día lucharás con el deseo de amar de otra manera: amor al yo.
Este amor al yo es tenaz y poderoso; levanta su horrible cabeza a cada hora. Está espantosamente centrado en sí mismo y se convierte en el fundamento sobre el cual estableces tus esperanzas y sueños. Afecta la manera en que tratas tu dinero, tu tiempo y tus relaciones.
Sin embargo, hay esperanza para ti. Aquel que es amor está comprometido a rescatarte diariamente de tu amor al yo: «Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para Aquel que murió y resucitó por ellos» (2Co 5:15).
ORA INTENCIONALMENTE
Creador, me has dado nueva vida. Me has quitado mi corazón de piedra y lo has reemplazado por un corazón de carne. Ahora tengo una nueva capacidad para amar como Tú amas. ¡Gracias! Pero Señor, aún hay una guerra en el terreno de mi corazón cada día. Aún quiero amarme a mí mismo. Todavía busco servir a mi propio reino. ¿Por favor, me enviarías a tu Guerrero, el Espíritu, para pelear por mí la guerra que no puedo ganar por mi cuenta? Amén.
APLICA PRÁCTICAMENTE
- ¿Cómo has podido amar de nuevas maneras desde que te convertiste en un discípulo de Cristo? Celebra la obra de la gracia transformadora en tu vida.
- ¿Dónde se libra la guerra del amor más a menudo en tu vida cotidiana? Piensa en una o dos áreas donde aún te cuesta amar.