HACIA LA PLENITUD DEL ESPÍRITU XXII

LA INVITACIÓN.

Leer capítulo 22 de Mateo

Este pasaje comienza con una parábola, parábola que podemos entender como un preludio del capítulo.

Esta es obviamente más que una historia sobre un rey y un banquete. Es la historia de la salvación en que Dios manda a sus siervos con las Buenas Nuevas, que algunos rechazan y otros aceptan.

Los invitados no quisieron venir”. No ofrecieron excusas, sino que simplemente rechazaron el honor de la invitación. Una cosa era aceptar la invitación para una cena que se llevaría a cabo en una ocasión en el futuro, es decir, aceptar la invitación en principio. Tal aceptación no era un inconveniente sino todo un honor. Pero era algo completamente diferente ahora que era tiempo de dejar lo que estaban haciendo, cambiarse de ropa, e ir al banquete. Ahora que la invitación llama a la acción, lo único que veían era la incomodidad de ello.

De igual manera, la llamada de Cristo, con detalles específicos, puede ser muy incomoda. Como los invitados de la parábola, encontramos fácil aceptar a Cristo en principio, y, como ellos, encontramos menos fácil aceptar los detalles específicos: la llamada de Cristo a servir en la iglesia, vivir una vida pura o a invitar a un compañero de trabajo a la iglesia, o a dar el diezmo.

Esta parábola resume en forma de historia la relación de Dios con el pueblo judío y la iglesia. Nos recuerda que Dios nos invita a una celebración gozosa, y que perderemos el gozo si rechazamos dicha invitación. Reconoce que, tanto buenos como malos, llenan las listas de la iglesia.

En nuestra mano está el aceptar esa invitación o rechazarla, eso sí, si la aceptamos debemos de estar dispuestos a lo que ello implica.

Al igual que cuando recibimos una invitación, ésta puede llevar indicaciones de cómo hay que ir vestidos, lugar y hora… Parte del pasaje nos da indicaciones de lo que significa estar invitados al banquete de Jesús:

Preguntas para la reflexión:

1- ¿Estamos dispuestos a dar al Cesar lo qué es del Cesar y a Dios lo que es De Dios? Y no solo dinero, tiempo, dedicación, familia…

2- ¿Somos capaces de aceptar la autoridad de Dios, sobre todas las cosas, en toda nuestra vida? ¿reconocemos su Señorío?

3- ¿Estamos cumpliendo el gran mandamiento, “amar al Señor con todo nuestro corazón y al prójimo como a nosotros”?

4- Reconoce a Cristo como el Señor de toda tu vida, acéptalo como el Mesías de tu corazón. Y entonces, querido hermano, solo entonces. Ponte tus mejores galas y ve, disfruta del gran banquete que el Señor ha preparado para ti, disfruta del gozo de estar en su presencia. Él quiere que tengamos una vida plena como cristianos, y hoy es el día.

Recuerda: ESTÁS INVITADO AL BANQUETE DEL SEÑOR.

Hugo Whalton.