13 de Marzo 2021
El verdadero ayuno.
Isaías 58. 1-12
Quiero compartir con vosotros el capítulo 58 de Isaías, donde el Señor nos explica cual es el verdadero ayuno que a Él le agrada y es de bendición. Confiamos que la lectura de la Palabra sea el colofón perfecto a esta semana de aprendizaje sobre la disciplina espiritual del Ayuno.
“Grita con la voz de un toque de trompeta. ¡Grita fuerte! No seas tímido.
¡Háblale a mi pueblo Israel de sus pecados! Sin embargo, ¡se hacen los piadosos!
Vienen al templo todos los días y parecen estar encantados de aprender todo sobre mí.
Actúan como una nación justa que nunca abandonaría las leyes de su Dios.
Me piden que actúe a su favor, fingiendo que quieren estar cerca de mí.
“¡Hemos ayunado delante de ti! —dicen ellos—. ¿Por qué no te impresionamos?
Hemos sido muy severos con nosotros mismos, y ni siquiera te das cuenta”.
¡Les diré por qué! —les contesto—. Es porque ayunan para complacerse a sí mismos.
Aun mientras ayunan, oprimen a sus trabajadores.
¿De qué les sirve ayunar, si siguen con sus peleas y riñas?
Con esta clase de ayuno, nunca lograrán nada conmigo.
Ustedes se humillan al hacer penitencia por pura fórmula: inclinan la cabeza
como cañas en el viento, se visten de tela áspera y se cubren de cenizas.
¿A eso le llaman ayunar? ¿Realmente creen que eso agrada al Señor?
¡No! Esta es la clase de ayuno que quiero: pongan en libertad a los que están encarcelados injustamente; alivien la carga de los que trabajan para ustedes.
Dejen en libertad a los oprimidos y suelten las cadenas que atan a la gente.
Compartan su comida con los hambrientos y den refugio a los que no tienen hogar;
denles ropa a quienes la necesiten y no se escondan de parientes que precisen su ayuda.
»Entonces su salvación llegará como el amanecer, y sus heridas sanarán con rapidez;
su justicia los guiará hacia adelante y atrás los protegerá la gloria del Señor.
Entonces cuando ustedes llamen, el Señor les responderá. “Sí, aquí estoy”, les contestará enseguida.
»Levanten el pesado yugo de la opresión; dejen de señalar con el dedo y de esparcir rumores maliciosos.
Alimenten a los hambrientos y ayuden a los que están en apuros.
Entonces su luz resplandecerá desde la oscuridad, y la oscuridad que los rodea será tan radiante como el mediodía.
El Señor los guiará continuamente, les dará agua cuando tengan sed y restaurará sus fuerzas.
Serán como un huerto bien regado, como un manantial que nunca se seca.
Algunos de ustedes reconstruirán las ruinas desoladas de sus ciudades. Entonces serán conocidos como reconstructores de muros y restauradores de casas.”
Jorge Manuel Pérez Zúñiga