LA SUMISIÓN.

30 de abril 2021.

La importancia del otro.

Lectura bíblica: Filipenses 2. 1-11

“Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo” (Filipenses 2.3)

El concepto bíblico de la sumisión pone su centro en la actitud con que percibimos al otro, a nuestro prójimo. Se trata de relaciones, no de quien es el que manda o quien tiene más autoridad, sino de cuanto soy capaz de amar y valorar a otras personas. Cuando somos capaces de vivir en sumisión, alcanzamos libertad para vivir confiados en nuestra identidad y no buscar la aprobación constante de los que me rodean, de ser el centro de gravedad de mi mundo, por lo cual nos podemos enfocar en nuestros prójimos y en sus necesidades, en vez de en las nuestras. Esto nos ayuda a disfrutar de las relaciones con una sinceridad y honestidad que nos libera.

Cuando decidimos vivir en sumisión, comenzamos a valorar el gran regalo que es cada persona que tenemos a nuestro alrededor y la apreciamos como una bendición de Dios, aunque su forma de vivir la vida, de interpretar la amistad, de conducirse en las relaciones sean diferentes a las mías, soy capaz de entender que es mi hermano, y no he sido llamado a juzgarle, sino a amarle y a servirle. Richard Foster dice así: “Con la sumisión quedamos libres al fin para evaluar a otras personas. Sus sueños y planes se vuelven importantes para nosotros. Hemos entrado a una libertad nueva, maravillosa y gloriosa, la libertad de renunciar a nuestros propios derechos por el bien de los demás. Por primera vez podemos amar a las personas incondicionalmente. Hemos renunciado al derecho de que ellas nos devuelvan el amor. Ya no sentimos que debemos ser tratados de cierta manera. Podemos regocijarnos por el éxito de ellas. Sentimos tristeza genuina cuando fracasan. El hecho de que nuestros planes se frustren es algo que tiene pequeñas consecuencias, con tal que los planes de ellos tengan éxito. Descubrimos que es mucho mejor servir a nuestro prójimo que lograr que se haga nuestro capricho

Jesús, nuestro modelo, nos enseñó el camino. En las Escrituras podemos ver que Él se sometió a la voluntad de Dios, que el plan del Padre marcó todo su caminar y su proceder, sus decisiones fueron moldeadas por Su Amor al Padre. Pero lo que me parece increíble y es totalmente revolucionario para mí, es poder entender que Jesucristo también se sometió a la humanidad a quien vino a rescatar y salvar. “Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!” (Filipenses 2. 6-8) Él, nuestro Señor, no solo decidió entregarse a la voluntad de Dios, sino que, por amor a nosotros, decidió someterse a los hombres y renunciar a sus derechos y privilegios haciéndose un siervo obediente hasta la muerte.

Jesús, a pesar de que conocía nuestro corazón, cada uno de nuestros pecados, nuestras flaquezas, nuestras caídas y meteduras de pata, decidió darnos todo el crédito, todo el valor, toda la confianza, hasta someterse a nuestra humanidad, para que nosotros pudiéramos tener el Camino hacia el Padre, hacia nuestra salvación. El sometimiento de Jesús buscó darle más importancia y prioridad a la relación que al juicio y al pecado “Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él” (Juan 3.17)

Somos llamados a someternos por amor al otro, ya que es el modelo que nos dejó Jesús, ya que trae una transformación radical en nuestra forma de entender el mundo y nuestras relaciones con los demás. Someternos es “amar a Dios con todo nuestro corazón y a nuestro prójimo como a nosotros mismos” (Lucas 10.27).

REFLEXIONEMOS

¿Qué valor estamos dando a las personas que hay a nuestro alrededor? ¿a qué estamos dispuestos a renunciar por amor a los demás? ¿Cuan importantes son las relaciones en mi vida… más que las cosas, que mis posesiones, que mis ideas u opiniones…? ¿Entiendo que no hemos sido llamados a juzgar sino a amar? ¿Qué voy a hacer hoy para renunciar a mis derechos y someterme para buscar el de los demás? ¿Cómo percibo al otro?