15 de Marzo 2021.
Crecimiento integral.
Lectura bíblica: Juan 14:15-28
“Le contestó Jesús: ―El que me ama obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra morada en él”
(Juan 14:23)
¿Alguna vez os habéis preguntado dónde empieza y dónde acaba nuestra espiritualidad? ¿Se trata de un aspecto separado de nuestra realidad corporal? ¿Es un tipo de existencia superior paralela a nuestro caminar diario? Nuestra herencia griega y el posterior dualismo cartesiano, nos ha marcado mucho, grabando en nuestra mente la idea de que el cuerpo alberga un espíritu, que podríamos decir mantiene su relativa independencia del cuerpo. Esto hace que muchas veces veamos el cuerpo de una manera negativa, como un impedimento para el crecimiento espiritual. Sin embargo, la Biblia nos habla de un ser integral en el que todo es espiritual, y por ello nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestras emociones también lo son.
Jesús es Dios encarnado, se despojó de su deidad y se hizo hombre. Fue un bebé que tuvo que aprender a caminar, a hablar, que creció en una familia que tuvo que enseñarle muchas cosas imprescindibles para su vida, que le arropó en las noches, le vio jugar, crecer, y trabajar. Aprendió a estudiar, a preguntar, a debatir, a obedecer (Hebreos 5:8). Y cuando leemos acerca de su caminar, y escuchamos sus palabras, las que tanto nos inspiran, confrontan y maravillan, lo hace desde la cercanía humana. Caminar al lado de Jesús implica verle apartarse en sus tiempos a solas con el Padre, verle tocar a las personas, participar de las festividades, dormir cuando estaba cansado, pasar tiempo de calidad con los amigos, disfrutar de la naturaleza, estar alegre, y también llorar. Y, ¡cuántas enseñanzas impartió comiendo y bebiendo alrededor de una mesa!
Jesús es Dios encarnado, y fue su cuerpo crucificado y resucitado. Yo me pregunto hoy, si la espiritualidad es independiente del cuerpo físico ¿la resurrección hubiera tenido sentido?
En el texto de hoy Jesús nos enseña algo crucial, y es la promesa de que el Espíritu hace morada en nosotros, habita en nosotros, y lo hace en nuestra realidad corporal. Dios por medio de su Espíritu nos da la capacidad de ser transformados, llegando a ser lo que Él ve en cada uno de nosotros. El Espíritu nos enseñará, nos recordará las palabras de Cristo, nos dará paz aún en la dificultad, pero necesitamos responder a tan grande amor con obediencia. En este mundo caído necesitamos ponernos en las manos del Espíritu, en el lugar dónde Él nos pueda moldear, confrontar, enseñar y cambiar, y ese es el verdadero objetivo de estar aprendiendo todas estas disciplinas espirituales.
Por todo ello, hoy me pregunto, ¿estoy preparando la morada para el Espíritu de Dios? ¿permito que mi cuerpo, mi mente, mis emociones sean un lugar apropiado para que el Espíritu habite en mí? Entregarnos a Cristo es un acto que involucra integralmente a todo mi ser, es entregar nuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Él (Romanos 12:1). Sólo en esa entrega, buscando no acomodarnos a este mundo, podremos ser transformados y podremos así escuchar la voz de Dios, su voluntad, que es buena, agradable y perfecta.
No, el cuerpo no es un impedimento para nuestro crecimiento espiritual a no ser que nosotros lo hagamos así. Necesitamos pues cuidar del Templo del Espíritu Santo con sabiduría, pues en él tendremos también su fruto como gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio. Y es en esa obediencia que surge del amor, que Dios se manifiesta en nosotros a través de Jesús (v21).
Sí, Jesús es Dios encarnado, y ese milagro de amor, ese hecho único y grandioso, esa manifestación de la Gracia divina, ahora está en cada uno de nosotros, quienes encarnamos corporalmente a Dios para llevar Su mensaje hasta que toda la Creación sea redimida y todas las cosas sean reunidas en Cristo, tanto las del cielo como las de la tierra (Efesios 1:10). Es una gran promesa, pero también una gran responsabilidad.
REFLEXIONEMOS:
¿Cómo estás cuidando tu cuerpo? ¿Cómo cuidas los pensamientos y las emociones? ¿Están siendo un lugar adecuado para que habite en él Cristo? ¿Crees que las disciplinas que estamos aprendiendo pueden ayudarte para que sea una realidad?
Paloma Ludeña Reyes