EL AYUNO.

08 de Marzo 2021.

Si perezco que perezca.

Lectura bíblica: Ester 4

Ester dijo que respondiesen a Mardoqueo: «Ve, reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí. No comáis ni bebáis en tres días, ni de noche ni de día. Yo también ayunaré con mis damas e iré así al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca«

(Ester 4: 15-16)

Comenzamos esta semana la puesta en marcha de una nueva herramienta para nuestro crecimiento espiritual: el ayuno. Es quizás una de las disciplinas más controvertidas y discutidas, pero no podemos obviar que forma parte de las enseñanzas en la Palabra que podemos ver en el pueblo de Israel, en la vida de Jesús, y en la de sus discípulos (entre otros Esdras 8:21-23; Nehemías 1:3-4, Lucas 4:2-13, Hechos 13:2).

Una de las características de nuestra sociedad occidental catalogada como “hedonista”, es guiarse por una doctrina moral que considera que la meta en la vida es la satisfacción personal, la búsqueda del placer y la huida de todo lo que pueda resultar doloroso. Esto nos es familiar, no tenemos más que revisar la publicidad, cientos de talleres y manuales de autoayuda, o los enfoques de las redes sociales, donde parece que uno no vive si no disfruta de todos los placeres posibles. Y es en este contexto, que también alcanza a los cristianos, y que nos lleva a considerar el ayuno como algo dañino, o propio de los excesos ascéticos de la Edad Media. No obstante, en estos tiempos está de moda el denominado “ayuno intermitente”, como un tipo de dieta y método de cuidado personal bueno y saludable. Se trata de un ayuno, sí, pero enfocado de nuevo a uno mismo y a la obtención de beneficio personal.

Queremos en esta semana hablaros mujeres y hombres cuyas historias fueron definidas en gran medida por el ayuno como parte de su clamor a Dios. Aprendamos de sus razones y motivaciones, y encontremos en esta práctica una manera de profundizar en nuestra relación con Dios, quitando el centro de nosotros mismos, y de todas aquellas cosas que nos pueden llegar a controlar.

Hoy, 8 de marzo, es un buen día para hablar de una mujer, Ester, huérfana y exiliada judía que en su adolescencia fue arrancada de su hogar, de su proyecto de vida, que seguramente sería convertirse en esposa de un hombre que la amara y formara con ella una familia. Acabó así formando parte de un harén, entregando toda su existencia a un caprichoso rey.

Quizás nos cueste imaginar lo que sería formar parte de un harén. Estas mujeres vivían preparándose para un encuentro con su amo y dueño, que para muchas jovencitas sería motivo de angustia y dolor. A muchas de ellas se les llamaría una o pocas veces, o incluso ninguna, aun así quedaban recluidas de por vida en palacio. Es una de esas historias de mujeres usadas, abusadas y maltratadas, a las que Jesús devolvió la dignidad, y por las que nosotros hoy necesitamos también luchar. No podemos olvidar que nuestro país es el tercero del mundo de destino de trata de personas con fines de explotación sexual y el primero en Europa en consumo de prostitución.

Ester, sin embargo, disfrutaba de muchos privilegios, pues Asuero la amó e hizo reina. No obstante, en el texto de hoy vemos que hacia un mes que el rey no la llamaba, por lo que no sabía si volvería a querer sus favores o no. Es en esta situación que recibe la petición de Mardoqueo de interceder ante el rey para que fuera revocada la orden de exterminio del pueblo judío maquinado por Amán. Todo el pueblo judío estaba orando y ayunado, lleno de dolor ante lo que se les venía encima.

La situación de Ester se vuelve muy complicada, su vida corría peligro como judía, pero acceder a la petición de Mardoqueo podía ser también su sentencia de muerte. Ella dudó en primer lugar, sin embargo, algo la conmovió, llegó a lo más profundo de su ser: “si te quedas callada en este tiempo, el alivio y la liberación de los judíos surgirán de otro lugar; pero tú y la casa de tu padre pereceréis. ¡Y quién sabe si para un tiempo como éste has llegado al reino!”.

Ester no se lo quiso perder, no quiso quedarse al margen, quiso ser parte del obrar de Dios, y no quedarse a ver como otros lo hacían, lo que le llevó a pronunciar esas palabras tan recordadas por todos: “y si perezco, que perezca”. Ya no le importaba ni su propia vida con tal de agradar a Dios, actitud que vemos también en otros judíos en el exilio (por ejemplo, Daniel 3:16-18).

Ester entonces recurre al ayuno, no en soledad, sino que invita a todo el pueblo judío. Y lo hizo porque comprendía la importancia de clamar como pueblo, y comprendía que necesitaba la intervención poderosa de Dios. Fue así como al tercer día se presentó ante Asuero quien directamente le pasó el cetro de oro como muestra de gracia hacia ella.

Pero no nos quedemos ahí, en todo el libro de Ester se ve el obrar de Dios constante, aunque no se le mencione ni una sola vez. El preparó el corazón del rey, pero Ester tuvo que ir. Dios también organizó el resto de los eventos que nos narra la historia bíblica, pero Ester tuvo que ser sabia y entendida en los tiempos de Dios y no precipitarse, sino entretejer un plan de acuerdo con Su Voluntad. Y, esto solo es posible cuando hay una comunión y una reflexión profunda que nos lleva a una decisión única de mano de nuestro Señor. ¿Qué papel tuvo ese tiempo de oración y ayuno, no solo en su decisión y valor, sino también en reconocer el camino que Dios le estaba mostrando y que ella debía recorrer?

El ayuno nos permite abandonar nuestras necesidades para enfocarnos únicamente en nuestra relación con Dios. Son tiempos en los que podemos prepararnos antes de tomar un camino complicado, nos ayuda a enfrentar nuestros temores y miedos, nos da la posibilidad de escuchar la voz de Dios y reaccionar con prudencia y sabiduría, y nos permite clamar por la intervención divina.

REFLEXIONEMOS:

Mardoqueo le dice a Ester que posiblemente para tomar la decisión de ayudar al pueblo judío es por lo que ha llegado a ser reina. ¿Te has planteado que Dios puede usar tu situación actual para su propósito?

¿Qué piensas sobre el ayuno? ¿Lo has practicado alguna vez? ¿Has formado parte de ayunos comunitarios? ¿Crees que el hecho de que Jesús ayunara no es motivo suficiente para investigar, profundizar y aprender sobre esta disciplina espiritual?

Paloma Ludeña Reyes