08 de Febrero 2021
Seamos tierra fértil.
Lectura bíblica: Lucas 2:39-52
“Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres”
(Lucas 2:52).
Todos tenemos la experiencia de haber recibido información dudosa, falsas noticias que nos hacen llevar las manos a la cabeza y exclamar ¡cómo es posible que se pueda creer esto! Ejemplos: desde la invasión oculta de una raza alienígena, los reptilianos, hasta conspiraciones de los sanitarios para ocultar que realmente no hay problemas de colapso sanitario en estos tiempos tan difíciles de la pandemia, o también la llegada de vacunas que van a cambiar toda nuestra genética para controlarnos. No olvidemos la negativa a admitir que se está produciendo un cambio climático, apoyándose en argumentos, para nada científicos, de que una gran nevada implica que no hay calentamiento global, cuando esas alteraciones drásticas del clima son una de las consecuencias de ese calentamiento (que triste que haya creyentes que no asumen el daño que estamos haciendo a este planeta que Dios nos dejó a nuestro cuidado). La verdad es que la lista sería interminable, recibimos toneladas de estas informaciones totalmente indocumentadas, a las que tan fácilmente nos adherimos sin tan siquiera dedicar unos minutos a su comprobación, estudio, confrontación y reflexión.
Estamos ante un auténtico problema social. Es cierto que siempre ha ocurrido, y que en aras de la ignorancia se han cometido auténticas atrocidades. Ya se hablaba de los cristianos como antropófagos pues pensaban que comían carne y bebían sangre al malinterpretar la enseñanza de la Santa Cena, y que decir de todos aquellos científicos y sabios que fueron perseguidos, o incluso muertos por la ignorancia de muchos, o, aún más, mujeres que, por ser brillantes en diferentes áreas de la ciencia, se las consideraban brujas y eran llevadas a la hoguera en la inquisición. ¡Cuánto hablar del poder de la ignorancia a lo largo de la historia! Pero, el peligro es aún mayor en nuestro mundo globalizado, donde la información recorre las redes y en segundos se puede hacer viral cualquier idea nefasta. ¡Claro que es una bendición contar con internet!, pero asumamos las consecuencias. Necesitamos un sobreesfuerzo en reconocer las fuentes y ver la validez de cada cosa publicada. Y, también necesitamos formarnos, prepararnos para dar buena razón de nuestra fe.
En el texto de hoy vemos a un Jesús apenas adolescente, en el Templo, sentado en medio de los maestros (lugar que se destinaba a los rabinos), escuchando y preguntando, y a su vez, maravillando a todos sobre su gran entendimiento y comprensión. Ya a esa edad, había desarrollado el hábito de estudio de manera ejemplar, y nos muestra a lo largo de su vida, como surgía de él, constantemente, la sabiduría de una mente formada y preparada en el conocimiento de la Verdad. Jesús tenía su corazón en los asuntos de Su Padre, le era necesario estar en ello, y el estudio formó parte de su enseñanza, la que necesitamos aplicar, pues nos va a permitir crecer en sabiduría, estatura y gracia para con Dios y los hombres.
En este tiempo que caminamos juntos, proponiéndonos crecer como cristianos, hacerlo integralmente, de manera saludable, y asumiendo el reto de un discipulado auténtico, vamos a prestar atención especial en esta semana a la disciplina espiritual del estudio. Se trata de una herramienta que nos va a permitir preparar la tierra fértil de nuestro corazón para que estemos cimentados en la Palabra, y que, de esa manera, nuestro clamor a Dios nos permita estar atentos a lo que es verdaderamente Su Voz, no dejándonos llevar por todo viento de doctrinas, penetrando en la profundidad del mensaje y haciendo de él un alimento continuo, que nos dé la perspectiva y la visión auténtica que Dios quiere para cada uno de nosotros, y para Su Iglesia.
Si queremos escuchar a Dios en este clamor conjunto, aprendamos de Jesús, seamos fieles al estudio y desarrollemos estrategias dinámicas para ello. Escudriñemos los textos, preguntemos sobre ellos, informémonos de los contextos sociales y culturales de cada pasaje, y también de los actuales a los que debemos trasmitir el Mensaje. Estudiar no se trata solo de recibir información, necesitamos comprender, investigar, relacionar, asimilar… Pero, lo más importante, lo que es realmente clave: estudiar tiene que transformarnos, pues ese es el objetivo de la Palabra, ¡vivirla! Renovemos nuestra mente para poder transmitir la Verdad que contiene, no solo con palabras, sino también amando, sirviendo, escuchando, dando, visitando…
REFLEXIONEMOS: ¿Estamos dispuestos a comenzar esta aventura yendo más allá de una lectura superficial y aprender a profundizar realmente en la Escritura? ¡Ánimo! ¡Estamos juntos en ello!
Paloma Ludeña Reyes