ORACIÓN.

04 de Marzo 2021.

Obstáculo a la oración.

Lectura bíblica: Lucas 11: 1-13

Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: — Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos.” (Lucas 11:1)

Cuando era niño, mi madre estaba preocupada por mí ya que mi crecimiento físico no se correspondía con la edad que tenía. Decidió llevarme a un endocrino el cual, tras un estudio médico sobre los posibles elementos que estaban impidiendo dicho crecimiento, aplicó un tratamiento que ayudó a corregir en parte ese problema. Cuento esto porque de la misma manera que el crecimiento físico es el resultado de una buena salud, y la salud el resultado de un cuidado de nuestros hábitos de alimentación, ejercicio físico, descanso, etc…; el crecimiento espiritual también es también el resultado de incorporar a nuestra vida todos aquellos aspectos que el Señor nos aconseja. Uno de ellos es la oración.

Todos sabemos la importancia que el hábito de orar tiene en nuestro crecimiento espiritual. Pero también somos conscientes de que no usamos esta herramienta todo lo que debiéramos. ¿A qué se debe? La oración, como cualquier otra disciplina espiritual también tiene sus obstáculos. En este breve espacio del que disponemos no podemos abordar todos los obstáculos, que son muchos, pero sí considerar algunos muy comunes, que yo dividiría en dos grupos: obstáculos externos y obstáculos internos.

Obstáculos externos:

  • La falta de tiempo. No importa si estamos al frente de una gran empresa o si trabajamos como reponedores en un supermercado. Generalmente llenamos las agendas de nuestras vidas de mucha actividad y el resultado final es estrés, fatiga, y la sensación de que nos falta tiempo para muchas cosas, entre ellas, nos falta tiempo para orar.

  • El ruido externo. No hace falta vivir en una gran ciudad para estar expuesto al ruido. Al ruido al que me refiero es a todos esos elementos externos de distracción que a modo de ruido no nos permiten centrarnos en lo importante (dispositivos móviles, tv., reclamos…). El efecto de todo este ruido externo es que no escuchamos lo que hay en nuestro interior, no escuchamos la voz de Dios, porque para ello necesitamos silencio, quietud.

Si observamos a través de los evangelios al modelo por excelencia, Jesús, nos daremos cuenta cómo él enfrentaba esos obstáculos externos. No pensemos que la actividad de Jesús no era frenética. Piensa en el estrés que podría generarle el que miles de personas desde la mañana a la noche fuesen detrás de Él con sus necesidades. Precisamente Mateo y Marcos recogen uno de esos momentos en los que después de haber vivido un día muy intenso que comenzó con la mala noticia de la muerte de Juan el Bautista, y en el que pasó todo el día sanando y atendiendo necesidades, cuando parecía acabar el día, aún tuvo que alimentar a una gran multitud. Él se preocupaba por el descanso de sus discípulos, no hay más que leer el capítulo 6 de Marcos. Pero dice el v. 46 que… “después de despedir a la multitud, se fue al monte a orar”. Mateo lo dice con otras palabras: Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. (Mt. 14. 23)

Vemos en este ejemplo cómo Jesús supera ambos obstáculos: Ante el ruido externo, Jesús se aparta a un lugar tranquilo, silencioso, donde poder orar sin distracciones. Ante el ajetreo, que podía llevarle a una falta de tiempo, Jesús prioriza, y para él una de sus prioridades era la oración, en ocasiones hasta pasaba la noche orando, como recoge Lucas “En aquellos días él fue al monte a orar y pasó la noche orando a Dios.” (Lc.6:12) No es una cuestión de tener más o menos tiempo. Todos tenemos 24 horas al día. El uso que hacemos del tiempo es una cuestión de prioridades. Jesús siempre encontraba el tiempo para orar, y eso llamaba la atención de sus discípulos. Precisamente cuando le vieron orando le pidieron que les enseñara a orar. (Lc.11: 1)

Obstáculos internos:

  • El pecado. No encuentro otro término que pueda definirlo mejor. Porque pecado es todo aquello que nos aleja de Dios y la lista puede ser muy larga. Falta de santidad, egoísmo, indiferencia, maldad, mentira, envidia, rencor, celos, murmuración… ponle el nombre que quieras pero cualquiera de esos aspectos o te alejan de Dios o te alejan de tu prójimo, y esto te aleja de lo que verdaderamente debe ser la oración: un diálogo sencillo y sincero con Dios. La mano del Señor no se queda corta para salvar, ni es sordo su oído para oír. Son vuestras inquietudes las que os separan de vuestro Dios. Son estos pecados los que lo llevan a ocultar su rostro para no escuchar.” (Is.59:1-2)

  • La falta de fe. Muchas veces caemos en la tentación de pensar que da igual lo que le digamos a Dios, que eso no va a cambiar las cosas. Si así fuese, tendríamos que quitar muchos textos bíblicos en los que se nos muestra a un Dios que escucha, que nos presta atención, que responde, y que incluso hace milagros. Recuerda las palabras de Jesús: “Así que yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá la puerta. Porque todo el que pide recibe; el que busca encuentra; y al que llama, se le abre.” (Lc.11: 9-10)

Nuevamente, Jesús, nuestro modelo nos da respuestas con su ejemplo. Su mayor deseo y anhelo era glorificar al Padre. Todo aquello que fuese en otra dirección lo desechaba. Por eso se centraba en vivir una vida que agradara al Padre. Precisamente esa intimidad con el Padre le permitía conocerle a fondo y saber que incluso aquellas peticiones que no le iban a ser contestadas, formaban parte del plan del Padre, pero no a una falta de fe.

Existen más obstáculos, tanto internos como externos, pero sirvan estos pocos para identificarlos y combatirlos. En ocasiones, lo único que necesitamos es ponernos en marcha.

REFLEXIONEMOS:

¿Es la oración una prioridad en tu vida? ¿Qué obstáculos externos te afectan más? ¿ Crees que necesitas cambiar tus prioridades? ¿Qué podrías hacer para encontrar un lugar tranquilo y silencioso para poder orar? ¿Qué obstáculos internos te están dañando más? ¿Crees que Dios te escucha? ¿Crees que es posible ver crecer tu fe a través de la oración?

Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz.” (Sal.55. 17)

Elías Nofuentes Molina