10 de Febrero 2021
Mentes abiertas.
Lectura bíblica: Juan 5:31-47; Hechos 17:1-15
“Escudriñen las Escrituras, porque les parece que en ellas tienen vida eterna y ellas son las que dan testimonio de mi” (Juan 5:39)
“Estos eran más nobles que los de Tesalónica, pues recibieron la palabra ávidamente, escudriñando cada día las Escrituras para verificar si estas cosas eran así” Hechos 17:11
¿Cuántas veces hemos estado con ideas equivocadas, y cuando algo o alguien nos abre la mente, nos damos cuenta de lo fácil que es aferrarse a una falsedad? Quizás por un conocimiento transmitido de generación en generación, o por una idea preconcebida que se ha aferrado a nuestros pensamientos y ha arraigado ahí, sin ser contrastada, reflexionada, analizada… escudriñada. Ya lo decía Einstein: es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.
En los textos propuestos para hoy nos encontramos también con esta realidad. En el Evangelio de Juan vemos como Jesús habla con mucha claridad a los judíos, con autoridad, y les llama a escudriñar las Escrituras, ya que, si realmente hubieran entendido y permanecido en ellas, no estarían cegados y verían que estaban ante el Mesías. Pues toda la Palabra les estaba dando testimonio de Él. Pero la gran mayoría de ellos, del pueblo elegido, no creyó, y perdió la increíble oportunidad de conocer personalmente al mismo Dios encarnado, presente entre ellos, próximo y lleno de un amor imposible de comprender.
Lo mismo vemos en el segundo texto que nos describe Lucas en el libro de Hechos. En el segundo viaje misionero de Pablo, de regreso junto con Silas desde Filipos, paran en Tesalónica, ciudad próspera en Macedonia, y como venían haciendo acuden en primer lugar a la sinagoga para compartir el Evangelio. Estuvieron tres sábados discutiendo y explicando como Jesús era el Cristo, el Mesías, de acuerdo a las Escrituras. Sin embargo, solo algunos de estos religiosos lo entendieron, y fueron personas ajenas al pueblo judío, muchas mujeres importantes y griegos los que creyeron. ¿Qué prejuicio estaba anclado en la mente de estos judíos que les impedía ver la verdad, aún siendo los que tenían en sus manos la Palabra? ¿Quizás como decía Jesús tenían los textos, pero no permanecían en ellos (Juan 5:38)? Por eso la reacción de estos religiosos fue guiada por su ignorancia, y llevados por los celos acusaron a los misioneros y sus seguidores ante los romanos.
Sin embargo, Lucas nos muestra el contraste con otro grupo de judíos, los de una población más pequeña, en el interior, en la ciudad de Berea. Eran judíos más “nobles” termino que hace referencia a su calidad humana, nobleza de corazón y una actitud de mente abierta con capacidad crítica. Ellos escudriñaban las escrituras cada día con la intención de verificar si el mensaje de Pablo y Silas era verdad. Y, la consecuencia es, que muchos de ellos creyeron.
Realmente podemos acercarnos a la Palabra de dos maneras: como los judíos en Tesalónica, guiados por la tradición religiosa, a lo mejor siendo conocedores de los textos, pero sin vivirlos, sin buscar y anhelar permanecer en su Verdad, quizás siendo muy “sabios”, intelectualmente hablando, pero estando ciegos y esclavos de nuestros propios prejuicios.
O quizás, nos acerquemos a la Palabra como los judíos en Berea, con mentes abiertas, buscando en ella la Verdad, escudriñándola para ser capaces de discernir la voz de Dios a través de su Espíritu, y viendo como toda ella da testimonio de Cristo, de principio a fin.
Necesitamos crecer en el estudio de las Escrituras de manera correcta. Huir de la falsedad, de las ideas y actitudes que nos ciegan y llenar nuestras mentes con la verdad del carácter de Dios. No podemos dejarnos llevar por todo viento de doctrinas (Efesios 4:14), tenemos que quitar los falsos filtros y mensajes erróneos siendo fieles a la Palabra que es viva, eficaz, que penetra hasta lo más profundo de nosotros y nos guía en el discernimiento de los pensamientos, las intenciones y motivaciones de nuestro corazón, no dejando nada oculto, dejándonos desnudos ante el Señor (Hebreos 4:12-13).
Se trata de estudiar alimentándonos, asimilando, preguntándonos, reflexionando, asumiendo… en definitiva, escudriñando. Porque solo con una mente abierta podremos hacer de esa lectura una línea directa con el Señor, permaneciendo en su Palabra, llevándola a nuestro estilo de vida, conociendo por tanto la verdad a través del Espíritu. Y esa verdad nos hará verdaderamente libres (Juan 8:31).
REFLEXIONEMOS:
¿Cómo es tu estudio de la Palabra? ¿te haces preguntas? ¿investigas? ¿buscas los contextos? ¿desarrollas técnicas de interpretación? ¿descubres como cada texto puede ser aplicado a tu vida? Te animo a hacerlo, individualmente y en grupo. Es un viaje apasionante en el que el Espíritu te hará ver con mayor claridad el gran paisaje de la Escritura, en sus valles y montañas.
Paloma Ludeña Reyes