14 de julio de 2021.
La prioridad de ofrendar.
Lectura bíblica: Números 15.1-21
“Si la primicia es santa, también lo es toda la masa;
y si la raíz es santa, también lo son las ramas”
(Romanos 11.16)
En los dos primeros días de esta semana hemos estado hablando de las dos prioridades básicas que debemos asumir, para que podamos hacer de nuestro crecimiento espiritual una constante en nuestra vida: Amar a Dios y buscar Su Reino. De estas, surgen las demás prioridades que nos ayudarán a prepararnos para seguir en este camino que hemos estado aprehendiendo estos siete meses, pero que queremos que sea para el resto de nuestra vida. De nuestra relación con Dios y de los valores de Su Reino, surgen el resto de los principios que necesitamos priorizar para que podamos seguir creciendo hacia “la estatura de Cristo” (Efesios 4.13)
Pero nada de lo que hemos aprendido juntos será de mucho valor si no hacemos tiempo y lugar para Dios en nuestras vidas de maneras nuevas. A menudo debemos preguntarnos por qué no actuamos de formas que marquen una diferencia positiva en nuestra vida. ¿Por qué no estamos viviendo conforme a los valores y propósitos en los cuales creemos? Casi siempre la respuesta más directa es que no hemos organizado ni conducido nuestra vida en términos de prioridades claras. No estamos administrando nuestra vida y tiempo de maneras correspondientes con nuestros compromisos y valores fundamentales. Por un lado, estas nuestros principios y por otro nuestra vida diaria, nuestras decisiones cotidianas, que se parecen, como diría mi padre “como un huevo a una castaña”, tristemente, nada tienen que ver.
Para poder cambiar esto, lo primero que debemos hacer es definir claramente qué es lo más importante en nuestras vidas como un todo. Necesitamos conectar nuestro día a día, lo que realmente vivimos con nuestra visión y misión. Si nosotros conseguimos, como dice el versículo que encabeza este devocional, tener nuestros principios, nuestras “raíces … santas”, entonces también lo serán nuestros frutos, nuestras acciones “las ramas también lo serán.” (Romanos 11.16) Cuando nosotros entendemos y nos comprometemos con estos principios básicos, podemos y debemos, seguir trabajando y llevando a los pies de Cristo el resto de las áreas.
En este tema de las prioridades y los valores, hay un área que nos cuesta muchísimo rendir al Señor y ponerla en la justa medida en nuestras vidas, es el área de las cosas que tenemos o que pensamos nos pertenecen: el dinero, del cual la Biblia dice: “Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores.” (1ª Timoteo 6.10), pero también, el tiempo, propiedades, nuestro prestigio, buen nombre, estatus, trabajo, posición… ¡Hay tantas cosas que nos atan y nos cuesta entregar, dar y ofrendar! Esta es una de las áreas en las que nuestro día a día, nuestras decisiones y acciones distan mucho y nada tienen que ver con lo que creemos y de los valores que defendemos.
Toda la Palabra de Dios está llena de consejos e indicaciones de como debemos conducirnos en este tema del manejo del dinero, de las propiedades, de los “tesoros” que tenemos. Que más de 2.000 versículos se refieran a estos temas en las Escrituras, nos dan a entender la importancia y la influencia de esto en nuestras vidas y en este mundo. Para marcar las prioridades, la enseñanza bíblica nos ayuda a poner en primer lugar lo que es primero; lo primero, primero, y muy especialmente en este tema. Y lo primero que debemos entender es que todo es de Dios. Dios es el dueño de todo lo que existe y nosotros somos administradores, por lo tanto, todo lo que manejamos debemos ponerlo bajo la autoridad del Rey del Reino que debemos “buscar primeramente”. Esto lo haremos priorizando la ofrenda, ya que por medio de ella reconocemos que lo que recibimos es para adorar a Dios.
En segundo lugar, necesitamos reconocer que recibimos, que “tenemos” para bendecir. No recibimos para nuestros propios “placeres” (Santiago 4.3) sino para bendecir, ayudar y administrar para el bien de la creación y muy especialmente de nuestro prójimo. Si nosotros usamos bien lo que recibimos, entonces recibiremos más, pero necesitamos cambiar nuestros conceptos y poner en marcha los valores con los cuales usamos aquellas cosas que poseemos. Por esto, necesitamos pasar de priorizar el obtener, acumular, el tener, para pasar a priorizar la ofrenda, el dar, el bendecir, ser instrumentos de Dios para administrar bien esta Tierra.
Cuando yo consigo priorizar el ofrendar, el dar, no porque yo sea muy generoso, sino porque respondo al verdadero carácter de las cosas, y el verdadero propósito que Dios le da a las propiedades, me saco yo del centro del universo para poner al Señor y el cumplimiento de Su voluntad como la misión y meta de mi vida. Poner los valores del Reino como una prioridad en mi vida, traerá paz y una plenitud a mi ser.
REFLEXIONEMOS:
¿Cuáles son nuestras prioridades diarias con el dinero y las propiedades? ¿Qué marca mis prioridades, mis valores o mis propósitos y metas personales? ¿Vives conforme a tu visión y a tu misión? ¿Qué es lo que te preocupa y ocupa, obtener o dar, acumular u ofrendar? ¿Con qué corazón ofrendamos a Dios? ¿Es una prioridad en nuestra vida el dar y bendecir? ¿Qué lugar ocupa el dinero en tu vida?