JUAN – Día 34
Juan 19
1 Así que tomó entonces Pilato a Jesús y lo azotó.
2 Los soldados entretejieron una corona de espinas y la pusieron sobre su cabeza, y lo vistieron con un manto de púrpura,
3 y le decían: –¡Salve, Rey de los judíos! –y le daban bofetadas.
4 Entonces Pilato salió otra vez, y les dijo: –Mirad, os lo traigo fuera para que entendáis que ningún delito hallo en él.
5 Y salió Jesús llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Pilato les dijo: –¡Este es el hombre!
6 Cuando lo vieron los principales sacerdotes y los guardias, dieron voces diciendo: –¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! Pilato les dijo: –Tomadlo vosotros y crucificadlo, porque yo no hallo delito en él.
7 Los judíos le respondieron: –Nosotros tenemos una ley y, según nuestra ley, debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios.
8 Cuando Pilato oyó decir esto, tuvo más miedo.
9 Entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús: –¿De dónde eres tú? Pero Jesús no le respondió.
10 Entonces le dijo Pilato: –¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte y autoridad para soltarte?
11 Respondió Jesús: –Ninguna autoridad tendrías contra mí si no te fuera dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene.
12 Desde entonces procuraba Pilato soltarlo, pero los judíos daban voces diciendo: –Si a este sueltas, no eres amigo de César; todo el que se hace rey, a César se opone.
13 Entonces Pilato, oyendo esto, llevó fuera a Jesús, y se sentó en el tribunal, en el lugar llamado El Enlosado, en hebreo, Gábata.
14 Era la preparación de la Pascua y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos: –¡Aquí tenéis a vuestro Rey!
15 Pero ellos gritaron: –¡Fuera! ¡Fuera! ¡Crucifícalo! Pilato les dijo: –¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: –¡No tenemos más rey que César!
16 Así que entonces lo entregó a ellos para que fuera crucificado. Tomaron, pues, a Jesús y se lo llevaron.
Crucifixión y muerte de Jesús
17 Él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, en hebreo, Gólgota.
18 Allí lo crucificaron con otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio.
19 Escribió también Pilato un título, que puso sobre la cruz, el cual decía: «Jesús Nazareno, Rey de los judíos».
20 Muchos de los judíos leyeron este título, porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y el título estaba escrito en hebreo, en griego y en latín.
21 Dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los judíos: –No escribas: «Rey de los judíos», sino: «Este dijo: Soy rey de los judíos».
22 Respondió Pilato: –Lo que he escrito, he escrito.
23 Cuando los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo.
24 Entonces dijeron entre sí: –No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será. Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura, que dice: «Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes». Y así lo hicieron los soldados.
25 Estaban junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.
26 Cuando vio Jesús a su madre y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: –Mujer, he ahí tu hijo.
27 Después dijo al discípulo: –He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliera: –¡Tengo sed!
29 Había allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja y, poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca.
30 Cuando Jesús tomó el vinagre, dijo: –¡Consumado es! E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
El costado de Jesús traspasado
31 Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la Pascua, a fin de que los cuerpos no quedaran en la cruz el sábado (pues aquel sábado era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebraran las piernas y fueran quitados de allí.
32 Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas al primero y asimismo al otro que había sido crucificado con él.
33 Pero cuando llegaron a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas.
34 Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.
35 Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis,
36 pues estas cosas sucedieron para que se cumpliera la Escritura: «No será quebrado hueso suyo».
37 Y también otra Escritura dice: «Mirarán al que traspasaron».
Jesús es sepultado
38 Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiera llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces fue y se llevó el cuerpo de Jesús.
39 Vino también Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras.
40 Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según la costumbre judía de sepultar.
41 En el lugar donde fue crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no se había puesto a nadie.
42 Allí, pues, por causa de la preparación de la Pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.