14 de mayo 2021.
Gozo en la tormenta.
Lectura bíblica: Hechos 16. 16-40
“A eso de la medianoche, Pablo y Silas se pusieron a orar y a cantar himnos a Dios, y los otros presos los escuchaban.” (Hechos 16.25)
Seguimos con Pablo en medio de los filipenses, pero hoy no por medio de la carta que el Apóstol les envió y que nos ha servido de base para los devocionales anteriores, sino en medio de la visita que dio comienzo al testimonio cristiano en la ciudad y engendró la iglesia que Pablo tanto amaba. El libro de Hechos nos habla de cómo Pablo y Silas terminaron en la cárcel debido a la acusación de los amos de una joven con espíritu de adivinación, a la cual los discípulos liberaron. Aunque en este primer conflicto que nos relata Hechos entre la naciente Iglesia y el paganismo, la acusación fue estar “alborotando a nuestra ciudad, enseñando costumbres que a los romanos se nos prohíbe admitir o practicar“, realmente esto se dio, no por un tema doctrinal o religioso, ni tan siquiera social o político, sino por un problema puramente económico: “Cuando los amos de la joven se dieron cuenta de que se les había esfumado la esperanza de ganar dinero, echaron mano a Pablo y a Silas y los arrastraron a la plaza, ante las autoridades.” (Hechos 16.19).
Como Pablo y Silas, algunas veces en nuestras vidas nuestras intenciones son unas, queremos bendecir, ayudar, tenemos una visión espiritual y elevada, pero las consecuencias que nos traen nuestras “buenas acciones” van por derroteros completamente alejados de lo que habíamos previsto o esperado. Sin comerlo ni beberlo, nos encontramos acusados, vejados, zarandeados, golpeados, maltratados… “en la cárcel”. No sé tú, pero yo me siento fatal cuando ocurre eso en mi vida. Lo único que me pide el cuerpo es pasar de todo el mundo, enfadarme y se me quitan las ganas de volver a ayudar. Normalmente junto con esto, el gozo y las ganas de celebración desaparecen o bajan a mínimos, ya que nos sentimos profundamente maltratados e injustamente tratados.
Pero en esta historia encontramos una respuesta completamente diferente. Pablo y Silas no comenzaron a dar gracias por los golpes, porque les maltrataran, acusarán o privaran de libertad, no. El ser seguidor de Cristo no nos convierte en masoquistas o insensibles. Estoy seguro que estos apóstoles sintieron dolor, rabia y frustración, pero ellos decidieron responder de manera diferente. No decidieron defenderse, huir, ni tan siquiera apelar a su condición de ciudadanos romanos para no ser maltratados o encarcelados. En medio de la tormenta que les había caído encima, ellos tomaron una decisión, y es la de seguir confiando y poniendo su mirada en Jesús. Ellos hicieron esto sabiendo que en sus vidas todo, también la tormenta, está bajo el control del Señor, y que bajo la mirada correcta y con la actitud adecuada, Dios puede obrar maravillas y hacer que salga el arcoíris para testimonio de la misericordia de Dios para muchos. ¡Y eso pasó!
Bajo esta perspectiva, ellos pudieron celebrar que Su Señor estaba con ellos en la cárcel y la seguridad de que Él tenía un plan mucho más grande, precioso y seguro que el que ellos pudieran haber preparado y organizado, y así era. Ellos decidieron hacer lo que podían hacer: ¡celebrar, adorar y dar testimonio! “A eso de la medianoche, Pablo y Silas se pusieron a orar y a cantar himnos a Dios, y los otros presos los escuchaban.” (Hechos 16.25), El resto lo hizo el Espíritu de Dios. Cuando nosotros hacemos nuestra parte, el Señor no falla en hacer maravillas. Nos dice el texto que “de repente se produjo un terremoto tan fuerte que la cárcel se estremeció hasta sus cimientos.” (Vr. 26) La celebración de adoración tiene poder y trae libertad “al instante se abrieron todas las puertas y a los presos se les soltaron las cadenas.”, no solo a nuestras vidas, sino a aquellos que nos rodean, ya que le damos la centralidad y la autoridad a Dios en nuestras vidas y eso es un testimonio poderoso. A veces el obrar de Dios rompe cadenas físicas y otras espirituales “El carcelero pidió luz, entró precipitadamente y se echó temblando a los pies de Pablo y de Silas.”, pero tanto unas como otras traen transformación y salvación “Luego los sacó y les preguntó: —Señores, ¿qué tengo que hacer para ser salvo?” (Vr. 30)
Puede ser que como Pablo y Silas nos encontremos “en cárceles” que buscan robarnos el gozo de la salvación, pero es nuestra decisión que vamos a hacer con esas circunstancias que estamos viviendo. Podemos dejarnos arrastrar hacia la oscuridad o podemos celebrar la Luz de Cristo que hay en nuestro interior, y por medio de esa celebración dar testimonio para salvación “Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos—le contestaron.” (vr. 31)
Pido a Dios que cada uno de nosotros seamos capaces de celebrar nuestra fe y que, por medio de nuestra actitud, podamos presentar el Evangelio para que muchos puedan venir al conocimiento de la Verdad “Luego les expusieron la palabra de Dios a él y a todos los demás que estaban en su casa. A esas horas de la noche, el carcelero se los llevó y les lavó las heridas; en seguida fueron bautizados él y toda su familia. El carcelero los llevó a su casa, les sirvió comida y se alegró mucho junto con toda su familia por haber creído en Dios.” (vrs. 32-34)
¿Qué haremos en medio de la tormenta? ¿Será nuestra actitud de queja, rabia, murmuración o vamos a celebrar que en medio de las circunstancias que vivamos Cristo es el Señor? ¿Nos vamos a dejar usar por Dios en medio de la Celebración para la extensión de Su Reino?