LA BUENA VIDA.

05 de mayo 2021.

El gozo.

      1. Lectura bíblica: Filipenses 2.12-18

        “Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros. Y asimismo gozaos y regocijaos también vosotros conmigo”

        (Filipenses 2:17-18)

La formación espiritual es difícil porque implica reforma y en ocasiones, la erradicación de patrones de hábito profundamente arraigados que se oponen a la implantación del Reino de Dios en nuestra vida, y también, en el mundo. Pero no es menos cierto, que la práctica de las disciplinas espirituales trae libertad, placer y gozo, como resultado de conseguir más y más dominio de nuestra vida. Finalmente, el crecimiento espiritual produce en nosotros la buena vida.

Aunque vivimos en medio de una constante controversia, como decía Pablo “Porque lo que hago, no lo entiendo; porque no practico lo que quiero hacer, sino que lo que aborrezco, eso hago” (Filipenses 2.12), esa aparente locura, no nos aparta de vivir una vida abundante. Como vemos en el mismo Apóstol, que un poco más delante de los versículos citados, escribía a la iglesia de Filipos desde su prisión irradiando gozo. Aunque pronto el César podía condenarle a muerte, Pablo todavía decía: “Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros. Y asimismo gozaos y regocijaos también vosotros conmigo” (Filipenses 2:17-18)

La Biblia nos presenta una manera de saber si estamos experimentando la vida buena y abundante ofrecida en Cristo Jesús: es el gozo, el rebosante deleite interior por la presencia de Dios en nuestra vida, el cual, por su gracia que se renueva cada día y por las cosas sencillas que forman parte de nuestra vida diaria, aun en medio de circunstancias difíciles y penosas.

Tenemos dos sistemas de enseñanza sobre la vida abundante que son diametralmente opuestos el uno al otro. Uno de estos sistemas tiene sus raíces en las enseñanzas de la Palabra de Dios, el otro en los valores de egoísmo y autosatisfacción de este mundo. Aunque los dos sistemas prometen llevarnos a la Buena Vida, debemos subrayar el hecho de que se excluyen mutuamente.

Como hemos dicho, para llegar a la Buena Vida, necesitamos crecer espiritualmente, pero no podemos llegar a apreciar el valor de las disciplinas de la vida espiritual hasta que no percibimos que su función es llevarnos a esa vida abundante del Reino de Dios. No podemos apreciar este valor hasta que no llegamos a entender que la vida sometida a Dios y a su Reino es realmente buena; y que a la postre provee un sentido de realización que es lo contrario a la ‘buena vida’ de la invención humana.

La buena vida no está limitada al rico, al poderoso, a quienes duermen entre la comodidad de la seda, al saludable, o a los completos de mente y espíritu. De hecho, la buena vida, la vida del Espíritu, se puede encontrar en los lugares más impensables: en los barrios pobres de Calcuta, las selvas de Ecuador, las prisiones de Irán, los campos de la muerte de Ruanda y en la habitación hospitalaria de una esquizofrénica agonizante o de alguien muriendo de Covid.

En realidad Jesús habla a través de los corazones rotos de los incapacitados, que son considerados marginales e inútiles. Pero Dios los ha elegido para ser los pobres a través de quienes Él hace conocida su presencia. Esto es difícil de aceptar en una sociedad orientada al éxito y a la producción.” (Nouwen, Camino a casa, p. 31).

REFLEXIONEMOS:

¿Cómo estás entendiendo el camino hacia el crecimiento espiritual? ¿Estás desarrollando las disciplinas espirituales en tu vida que te ayudan a desarraigar hábitos y plantar nuevos? ¿Sientes que estás creciendo en tu Buena Vida? ¿Es el gozo una seña de identidad en tu caminar diario? ¿Dónde estás invirtiendo, en los valores del Reino de Dios o en los de este mundo? ¿Entiendes las disciplinas espirituales como una herramienta de Dios para establecer Su Buena Vida en ti? ¿Puedes vivir el gozo en medio de las presiones, dificultades e incapacidades?