12 de Febrero 2021
El Estudio, un camino de transformación interior y exterior
Lectura bíblica: Juan 8
“Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio.” (Filipenses 4:8)
En este tiempo que estamos comprometidos en caminar hacia el crecimiento y la madurez usando las disciplinas espirituales, no será difícil que nos encontremos con el hecho de que hemos modificado su sentido, convirtiéndolas en un ejercicio de autoayuda, autoexaltación o autointerés, que finalmente nos lleva a la derrota espiritual. Este peligro puede hacerse más evidente con la disciplina del estudio que con cualquier otra, por esto, necesitamos recordar que, como hemos dicho en diferentes ocasiones, las disciplinas no son un fin en sí mismas, sino que son un instrumento que nos pone en el lugar donde Dios puede llevar a cabo una transformación personal interior y exterior.
La disciplina espiritual del estudio, que entendemos enseña la Palabra, necesita estar siempre enfocada y conectada con la misma vida y con la acción apasionada y misericordiosa. Esta disciplina nos llevará al conocimiento de la Verdad, cuando está bajo el control del Espíritu Santo, y por lo tanto debemos estar enfocados en ponernos en el “horno de la transformación”, donde de una manera intencional y consciente busquemos ser “transformados por la renovación de nuestra mente” (Romanos 12:2).
Es por eso que, nuestro esfuerzo en la disciplina del estudio no debe estar centrado en un aprendizaje abstracto, de autoexaltación o hacer de él un fin en sí mismo, sino que debe buscar despojarnos de preconceptos, prejuicios, ilusiones y falsos conceptos que llenan nuestra mente, y ser así capaces de poner nuestros pensamientos en “todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio.“ (Filipenses 4.8).
Como disciplina espiritual, el estudio también debe llevarnos a la práctica de hábitos fundamentales para la salud, el crecimiento y la madurez espiritual. Es un esfuerzo en humildad, que nos dirige a clamar a Dios, porque entonces Él nos ha prometido que responderá y nos dará “a conocer cosas grandes y ocultas que tú no sabes” (Jeremías 33.3). El estudio nos colocará así en la puerta del entendimiento de realidades más amplias, y nos ayudará a aceptar y asumir estas cosas de mundos visibles e invisibles sin sorprendernos por sus procesos y resultados. Recordemos, como hemos mencionado en anteriores devocionales, que somos moldeados por las cosas que pensamos y en las que nos concentramos, por lo tanto, una visión más completa y plena, dirigida por una mente transformada, nos llevará a ver el mundo de manera muy diferente.
REFLEXIONEMOS:
¿Quién o qué controla mis pensamientos? ¿Controlo lo que pienso? Cuando pienso en Dios ¿en qué temas y aspectos me concentro? ¿Qué pienso sobre otros? ¿Cuáles son los hábitos de pensamiento que estructuran mi vida interior? ¿De qué manera estoy preparando mi mente y mi corazón para poder recibir esas “cosas grandes y ocultas” que Dios quiere darme? ¿Qué hábitos, estrategias, herramientas, recursos y métodos estoy asumiendo para que mi estudio me lleve a transformar y renovar mi mente?
Jorge Manuel Pérez Zúñiga