JUAN – Día 24
Unos griegos buscan a Jesús
20 Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta.
21 Estos, pues, se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: –Señor, queremos ver a Jesús.
22 Felipe fue y se lo dijo a Andrés; entonces Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús.
23 Jesús les respondió diciendo: –Ha llegado la hora para que el Hijo del hombre sea glorificado.
24 De cierto, de cierto os digo que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo, pero si muere, lleva mucho fruto.
25 El que ama su vida, la perderá; y el que odia su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.
26 Si alguno me sirve, sígame; y donde yo esté, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve, mi Padre lo honrará.
Jesús anuncia su muerte
27 «Ahora está turbada mi alma, ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Pero para esto he llegado a esta hora.
28 Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez».
29 Y la multitud que estaba allí y había oído la voz, decía que había sido un trueno. Otros decían: –Un ángel le ha hablado.
30 Respondió Jesús y dijo: –No ha venido esta voz por causa mía, sino por causa de vosotros.
31 Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.
32 Y yo, cuando sea levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.
33 Esto decía dando a entender de qué muerte iba a morir.
34 Le respondió la gente: –Nosotros hemos oído que, según la Ley, el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo, pues, dices tú que es necesario que el Hijo del hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del hombre?
35 Entonces Jesús les dijo: –Aún por un poco de tiempo la luz está entre vosotros; andad entretanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas, porque el que anda en tinieblas no sabe a dónde va.
36 Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz. Habiendo dicho Jesús esto, se fue y se ocultó de ellos.
Incredulidad de los judíos
37 Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él,
38 para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías, que dijo: «Señor, ¿quién ha creídoa nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha reveladoel brazo del Señor?»
39 Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías:
40 «Cegó los ojos de ellosy endureció su corazón, para que no vean con los ojos, ni entiendan con el corazón, ni se conviertan, y yo los sane».
41 Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él.
42 A pesar de eso, muchos, incluso de los gobernantes, creyeron en él, pero no lo confesaban por temor a los fariseos, para no ser expulsados de la sinagoga,
43 porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.
Las palabras de Jesús juzgarán a los hombres
44 Jesús clamó y dijo: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió;
45 y el que me ve, ve al que me envió.
46 Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas.
47 Al que oye mis palabras y no las guarda, yo no lo juzgo, porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.
48El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue: la palabra que he hablado, ella lo juzgará en el día final.
49 Yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre, que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir y de lo que he de hablar.
50 Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho».