12 de noviembre de 2021.
“Valentía para compartir el Evangelio”
Lectura bíblica: Efesios 6. 10-20
“Oren también por mí, y pídanle a Dios que me dé el valor de anunciar el plan que él había mantenido en secreto. 20 El Señor me envió a anunciar ese plan, y por eso estoy preso. Pídanle a Dios que me dé el valor de anunciar sin ningún temor la buena noticia.”
(Efesios 6.19-20)
Durante toda esta semana hemos estado reflexionando en nuestros devocionales sobre el texto de la armadura de Dios, muy especialmente sobre la oración como un arma decisiva que no podemos dejar de lado, obviar o utilizar con desgana o desdén. La oración debe ser una forma de vida, una constante en nuestro día a día que nos lleve a estar profunda, continua y constantemente en conexión con Dios.
Muy al contrario de lo que muchas veces hemos mal entendido o interpretado, la vida de oración no es una vida contemplativa, relajada o pasiva, “alejada de los afanes de este mundo”, sino por el contrario, la Palabra de Dios nos enseñan que la oración debe llevarnos a una vida de acción, activa y comprometida con nuestro entorno… con el resto de la Creación. Cuando nosotros vivimos en oración, por lo tanto, unidos al Espíritu, Su presencia nos transforma y quita el velo de nuestros ojos espirituales, para que podamos ver y entender como el Señor ve el mundo, su situación real, las carencias y especialmente la necesidad que existe de Su Evangelio, y la urgencia de extender Su Reino, Su Salvación.
Esta nueva visión y entendimiento de la voluntad de Dios, traerá lucha, incomodidad y sufrimiento a nuestra vida “Pues a ustedes se les dio no sólo el privilegio de confiar en Cristo sino también el privilegio de sufrir por él.” (Filipenses 1.29 NTV), porque cuando nuestros ojos son abiertos no nos podemos quedar igual y somos llamados, no tan solo a conocer y ver, sino a ser agentes de transformación, a ser parte de la solución y no tan solo del problema. Por esto el Apóstol nos anima, nos empuja a orar por él, no para que sea sacado de los problemas, de la cárcel o de las dificultades que vivía, sino que nos dice: “pídanle a Dios que me dé el valor de anunciar el plan que él había mantenido en secreto. 20 El Señor me envió a anunciar ese plan, y por eso estoy preso. Pídanle a Dios que me dé el valor de anunciar sin ningún temor la buena noticia.” Efesios 6.19-20) Es con el compromiso con la Misión de Dios donde damos respuesta a la oración, donde ponemos en acción lo vivido en la intercesión.
Pero esta lucha no está pensada para lobos solitarios, súper héroes de película o valientes desarraigados, sino que esta Misión le ha sido entregada a la Iglesia. El Apóstol Pablo sigue diciendo que, es en comunidad, como cuerpo, familia, como debemos batallar, como la debemos pelear “Estamos juntos en esta lucha.” (Filipenses 1.30 NTV). Por esto el Señor nos llama a orar, por nuestras comunidades de fe, por los retos que tenemos en cada casa, barrio, pueblo o ciudad donde estamos instalados como Iglesia, pero también somos desafiados a orar por aquellos que estando en otros lugares, siendo perseguidos, encarcelados, vejados, necesitan de nosotros, de sus hermanos, de nuestra comunión, de nuestro acompañamiento espiritual, de nuestra oración. El Apóstol Pablo en Efesios 6, texto que nos ha servido de base para los devocionales de esta semana, nos insta a que “sean persistentes en sus oraciones por todos los creyentes en todas partes. Y oren también por mí.…” (Efesios 6.18-19)
Somos llamados a ser una Iglesia valiente, ya que el Señor, que pone en nosotros la esperanza, nunca nos va a decepcionar. Por eso oramos por denuedo, esfuerzo, sacrificio, fuerzas, paz, valor para seguir hablando y explicando el precioso y maravilloso Plan de Dios para este mundo. Con este espíritu de valentía debemos seguir sirviendo, predicando, orando, intercediendo… sabiendo que el Señor va delante de nosotros y nos ha dado la victoria “Así que podemos decir con toda confianza: «El Señor es quien me ayuda, por eso no tendré miedo. ¿Qué me puede hacer un simple mortal?»” (Hebreos 13.6)
Amados, somos una Comunitat que dobla sus rodillas en oración, que se levanta en adoración y camina en Misión. Adelante pidámosle al Señor que nos dé el “valor de anunciar sin ningún temor la buena noticia.” (Efesios 6.20)
Jorge Manuel Pérez Zúñiga