LA GUIA ESPIRITUAL.

23 de junio de 2021.

Asesoramiento Colectivo.

Lectura bíblica: Hechos 4. 23-37

“Todos los creyentes eran de un solo sentir y pensar. Nadie consideraba suya ninguna de sus posesiones, sino que las compartían. Los apóstoles, a su vez, con gran poder seguían dando testimonio de la resurrección del Señor Jesús. La gracia de Dios se derramaba abundantemente sobre todos ellos” (Hechos 4.32-33)

En este día que seguimos reflexionando sobre la disciplina de la Guía Espiritual, queremos tener una experiencia y poner en práctica la disciplina en nuestros devocionales. Para esto hemos buscado la guía de un gran maestro en las disciplinas y también en el mentorado, Richard J. Foster. Hoy queremos reproducir parte de su enseñanza sobre esta disciplina espiritual, que recoge su libro Celebración de la Disciplina. Foster escribe con una maestría y sencillez, pero a la vez con una profundidad maravillosa, que pensamos no debemos perdernos ninguno de nosotros.

Os animamos a no quedaros con esta porción de su libro, sino que podáis leerlo por completo, ya que es una verdadera guía espiritual que nos alienta y enseña. Esperamos que nos dejemos guiar por Foster en este día y disfrutemos de su compañía, mientras caminamos hacia el crecimiento espiritual.

LA BÚSQUEDA DE ASESORAMIENTO

Vivid en la vida y el amor y el poder y la sabiduría de Dios, en unidad unos con otros y con Dios; y la paz y la sabiduría de Dios llenarán vuestros corazones, para que nada domine en vosotros, sino la vida, lo cual está en el Señor Dios.” (George Fox)

En nuestro día, el cielo y la Tierra están ansiosos esperando surja un pueblo guiado, dotado de poder por el Espíritu Santo. Toda la creación observa con expectación que brote un pueblo disciplinado, reunido libremente, gente mártir que conoce en esta vida el poder y la vida del reino de Dios. Eso ha ocurrido antes. Puede volver a ocurrir.

Verdaderamente comenzamos a ver en todas partes del mundo el despertar de la Iglesia apostólica del Espíritu. Muchos están teniendo una profunda experiencia de un Emmanuel del Espíritu – Dios con nosotros -, un reconocimiento de que Jesús ha venido a guiar personalmente a su pueblo en el poder del Espíritu; una experiencia de su dirección tan definida e inmediata como la nube en el día y el fuego en la noche.

Pero el reconocimiento de la dirección directa, activa e inmediata del Espíritu Santo no será suficiente. La guía individual tiene que ceder el paso al asesoramiento colectivo. También tiene que venir un reconocimiento de la dirección directa, activa e inmediata del Espíritu en conjunto. No me refiero a un “asesoramiento colectivo” en el sentido de organización, sino en un sentido orgánico y funcional. La mayoría de los concilios y los decretos eclesiásticos simplemente no pertenecen a esta realidad.

Toda la enseñanza sobre la dirección divina en nuestro siglo ha sido notablemente deficiente en su aspecto colectivo. Hemos recibido excelentes instrucciones acerca de la manera en que Dios nos dirige por medio de la Biblia, por medio de las circunstancias y a través de los estímulos del Espíritu en el corazón del individuo. Pero hemos oído muy poco sobre la manera en que Dios nos guía por medio de su pueblo, el cuerpo de Cristo. Sobre este tema hay un profundo silencio.

Dios, en realidad, guía al individuo de manera rica y profunda, pero también guía a grupos de personas y puede instruir a los individuos a través de la experiencia del grupo. Tal vez nuestra preocupación por obtener la dirección divina de manera privada sea producto del individualismo occidental. El pueblo de Dios no siempre ha sido así.

Además les digo que si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan, les será concedida por mi Padre que está en el cielo. Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” Mateo 18.19-20 Con estas palabras Jesús dio a sus discípulos tanto la seguridad como la autoridad. Estaba en la seguridad de que cuando el pueblo genuinamente se congregara en su nombre, podría discernir su voluntad. La presencia del Espíritu Santo como superintendente utilizaría las verificaciones y balances de los diversos creyentes para asegurar que cuando los corazones de ellos se unieran, también estuvieran a ritmo con los latidos del corazón del Padre. Si estaban seguros de que habían oído la voz del verdadero Pastor, podían orar y actuar con autoridad. La voluntad de Él, más la voluntad de ellos, más la unidad equivalían a autoridad.”