27 de Febrero 2021
Oración de abandono.
Lectura bíblica: Lucas 22:39–46
“«Padre, si quieres, no me hagas beber este trago amargo; pero no se cumpla mi voluntad, sino la tuya.»” Lucas 22.42
Como otros sábados, queremos compartir contigo una reflexión del diario espiritual “Camino a Casa” de Henri Nowen, que esperamos nos sea de ayuda en nuestro camino hacia el crecimiento espiritual.
“Una Oración de Abandono” (miércoles, 15 de enero)
Esta mañana, durante mi hora de oración, traté de llegar a algún nivel de abandono en mi Padre celestial. Fue una lucha dura, ya que hay mucho en mí que quiere hacer mi voluntad, realizar mis planes, organizar mi futuro y tomar mis decisiones. Sin embargo, sé que la verdadera alegría viene de dejar que Dios me ame del modo en que Él quiere hacerlo, ya sea a través de la enfermedad o la salud, el fracaso o el éxito, la pobreza o la riqueza, el rechazo o la alabanza. Es muy difícil para mí decir: “Aceptaré agradecido todo lo que te place, Señor. Que se haga tu voluntad.” Pero sé que, cuando verdaderamente crea que mi Padre es amor puro, será cada vez más posible decir estas palabras desde el corazón.
Una vez, Charles de Foucauld escribió una oración de abandono que expresa, con hermosura, la actitud espiritual que desearía tener. Algunas veces la rezo, aun cuando, todavía las palabras no provienen totalmente de mi corazón. La escribiré aquí:
Padre mío,
me abandono a Ti.
Haz de mí lo que quieras.
Lo que hagas de mí te lo agradezco,
estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo.
Con tal que Tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas,
no deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi vida en Tus manos.
Te la doy, Dios mío,
con todo el amor de mi corazón,
porque te amo,
y porque para mí amarte es darme,
entregarme en Tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tu eres mi Padre.
Parece bueno rezar, a menudo esta oración. Estas son las palabras de un hombre santo, y me muestran el camino que debo seguir. Me doy cuenta de que no puedo hacer que esta oración sea verdadera por mi solo esfuerzo. Pero el Espíritu de Jesús que me ha sido dado puede ayudarme a rezarla y a llegar a la realización. Sé que mi paz interna depende de mi disposición a hacer que esta oración sea mi propia oración.
Henri Nowen “Camino a casa: un viaje espiritual” Editorial Lumen (1997) pp. 143-144