EL ESPÍRITU SANTO LOS LLENÓ A TODOS.
Leer capítulo 2 de Hechos.
Al llegar el día de Pentecostés continuaban todos reunidos en el mismo sitio. De pronto, un estruendo que procedía del cielo y avanzaba como un huracán invadió la casa en que estaban congregados. Vieron luego una especie de lenguas de fuego que se repartían y se posaban sobre cada uno de ellos. El Espíritu Santo los llenó a todos, y en seguida se pusieron a hablar en distintos idiomas según el Espíritu Santo les concedía expresarse. Hechos 2.2-4
La estructura del pasaje manifiesta que Lucas tiene presente las palabras de Joel 2.17-21 y que resalta la fecha en la que se produce la fiesta de Pentecostés.
En la tradición judía, en el siglo I, tenían tres fiestas en las que todo varón, que viviera en un radio de 30 kms. de Jerusalén, estaba obligado a desplazarse a Jerusalén para participar en ellas: la Pascua, Pentecostés y la fiesta de los Tabernáculos.
El término griego pentekosté significa “cincuenta”. En el calendario judío designa la fiesta que se celebraba cincuenta días después de la Pascua (otro nombre para Pentecostés era Fiesta de las Semanas; se llamaba así porque eran cincuenta días, que equivale a una semana de semanas). En su origen fue una fiesta agrícola para celebrar la recolección de trigo y en ella se ofrecían los primeros panes de la nueva cosecha (ver Exo. 23:16). Pero, a principios del cautiverio en Babilonia, en el siglo V. a. de J.C., cambió la celebración de un acontecimiento agrícola que tenía lugar todos los años y pasó a ser la celebración de un acontecimiento único y central, es decir, el pacto del Sinaí.
Esta doble significación la da un gran valor al acontecimiento ya que se verifica la evidencia del “primer” fruto del Espíritu que, a su vez, sella el Nuevo Pacto.
Jesús, antes de su ascensión, les dijo:
… sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. Juan 20.20
Ellos ya tenían el Espíritu Santo en sus vidas ¿Qué es lo que pasó el día de Pentecostés? Para contestar esta pregunta analicemos los pasajes de Juan 20.22 y Hechos 2.4.
En Juan 20 el verbo que traducimos por recibid es un verbo primitivo que expresa mas bien “agarrar” “tomar posesión de algo” y se presenta, en esta pasaje, en una acepción que indica una orden cuya ejecución es durativa, se prolonga en el tiempo. “Recibid el Espíritu Santo” se podría traducir “agarrar, de ahora en adelante, el Espíritu Santo”.
En Hechos 2.4 dice “El Espíritu Santo los llenó a todos”, el verbo que traducimos por “llenar” tiene un sentido pleno “empapar”. No les dice que reciban, ya lo recibieron, sino que son llenos del Espíritu, en este caso una acción puntual que no se prolongan en el tiempo.
Para nosotros, hoy, significa que hemos recibido el Espíritu Santo en el momento que aceptamos que Jesús ejerza su señorío en nuestras vidas, una acción puntual pero que no se pierde, se mantiene en el tiempo. El Espíritu no siempre tiene el mismo nivel de control en nuestras vidas. Hay momentos que el Espíritu nos controla totalmente (nos llena, nos empapa) y en ese momento, como en Pentecostés, Su fruto se manifiesta, de manera especial, con poder en nosotros.
Ese es el objetivo, que cada día Él tenga un mayor control de mí, que esa llenura no sea una anécdota puntual y distante, sino una constante que resulta de mi creciente relación con el Señor.
Preguntas para la reflexión:
¿Cuál es el “nivel” de control que el Espíritu tiene en tu vida?
¿Con qué frecuencia el Espíritu te controla totalmente (te llena, te empapa)?
¿Cómo vas a incrementar tu relación con Dios para que esa “llenura” no sea anecdótica, sea más frecuente?
Antonio Calero.